viernes, 27 de mayo de 2011

La andadura hacia un pacto de responsabilidad democrática y social

Un sistema constitucional como el español nos garantiza un estado de derechos y libertades, que nos permite a través de unas elecciones democráticas ejercitar el derecho al voto mediante el sufragio universal, libre e igual, con la posibilidad de decidir quién debe ostentar el poder gubernamental.
El acto del voto expresa el apoyo o preferencia por cierta alternativa o propuesta de programa, seleccionando a los candidatos o partidos electos. El resultado por lo tanto es la medida más fiel para conocer la voluntad y opinión de los ciudadanos, no obstante, el voto es una condición necesaria pero no suficiente  para que un sistema político sea considerado democrático, más no caeré en este momento criticarlo como un mal necesario y me detendré en lo no suficiente después del ejercicio del voto.
La reflexión es motivada por un mayor nivel de conciencia  del concepto de la democracia inducido ante el llamamiento al voto en las elecciones del pasado 22 de mayo y los movimientos ciudadanos exigiendo una democracia real. De ahí que me decida a interpretar mi voto, echar una mirada a lo que opinan los demás para sacar nuevas conclusiones  y compartirlas, con el objetivo de alcanzar un mayor grado de consenso a la hora de tomar razón de lo que deseamos o queremos.
La sana confrontación política da pie a la coexistencia democrática, favoreciendo esta competitividad a conseguir una mayor legitimidad para llevar a cabo la gobernanza, y cuando hablo de ella me refiero tanto al gobierno, como a lo oposición. De la complejidad, pluralidad y disparidad de las opciones resultantes, en un intento inútil por conocer la verdadera preferencia, me lleva a  la simplicidad de considerar a cada votante como una persona capacitada para tomar sus propias decisiones de acuerdo a su particular deseo e interés, tomada de una forma directa y secreta.
Ha pasado a la historia la diputada Clara Campoamor cuando allá por los años 30 defendiera el derecho al sufragio femenino, cuestionado al considerarlo en aquel tiempo altamente influido o manipulado por los hombres o poderes eclesiásticos. A estas alturas no podemos argumentar pobremente que en nuestro país  nuestro voto no es libre sin garantías de limpieza democrática, o que nos falta información, o tantas y tantas cosas de los que pretenden mantener el monopolio del poder en unos pocos iluminados o privilegiados.
Una persona un voto y la suma de cada una de las alternativas a configurar la gobernanza, me conduce a la regla de proponer para el gobierno al primero, el segundo a la oposición y el resto al apoyo de la mejor gobernanza.  Por ello, propongo un pacto de responsabilidad democrática y social, en la certeza que la clase política estará  alineada con lo expresado en las urnas.   
Valoremos todas las cuestiones, los programas, las estrategias, etc., pero respeta el resultado que es el deseo de personas libres y capaces, sin prejuicios aceptemos el derecho a equivocarnos, aún creyendo que el elegido no es la mejor opción, ya que cuando nos equivocamos podemos en esta democracia cambiarlo en las siguientes elecciones y cuando no, lo mantendremos.  Por ello, votemos con confianza, pactemos con responsabilidad democrática.