domingo, 18 de diciembre de 2011

El Alquimista

Llave 12

En un viaje laboral entre la capitales Canarias me encontré casualmente con el doctor  A. Gómez, gran conocedor de la medicina alternativa, la cual aplica por todas las islas en su consulta itinerante. Me senté a su lado en el avión expresándole la alegría de la feliz coincidencia y retomamos una conversación pendiente sobre la naturaleza humana.

Viajaba en ese momento con cuatro personas más para constituir una plataforma de entidades de la economía social, cuando bajando la autopista del aeropuerto a Santa Cruz en un taxi ensimismado por el panorama del amanecer frente a Gran Canaria y el pensamiento puesto en el alquimista, cuando Kris me retorno al chicharro exclamando cariñosamente ¿Qué te pasa Gabriel! Por justificar el silencio, y apaciguar la inquietud de Mehetabel  ante la alerta, les narre la intrigante historia que me había contado mi compañero de viaje:

Cuentan que haya por el siglo XVIII en la rehabilitación de una catedral italiana, tirando un muro descubrieron una estancia repleta de manuscritos firmados por un desconocido personaje de aquella época y probablemente de otro lugar. Hechas las debidas averiguaciones, los investigadores concluyen que se trataba de un monje benedictino que había sido enterrado justamente doscientos años antes, tal como indicaba una de sus profecías. La intriga les condujo al cementerio alemán donde se encuentra la tumba  del misterioso personaje, pero no hallaron nunca su cadáver. 

Abróchese el cinturón, en breves momentos vamos a tomar tierra, me recuerda la azafata de Binter. Espero no haberte aburrido con mi cuento, me susurra mi amigo Alejandro.

¡Hombre no me dejes a medias!, ¿dime al menos su nombre?

El respondió sigilosamente, era y es, un alquimista errante de nombre Basilio Valentín.

Nos despedimos con el deseo de vernos de nuevo y continuar con la conversación. Sin embargo cuando retorno a casa, delante del MacBook, que lo sabe casi todo, despierto mi curiosidad para profundizar en la historia; de nuevo se cruza en mi camino un “Valentin”, por un momento creí que se trataba del mismo del que ya les había hablado, un monje, alemán, siglo XVI, esotérico, ocultista, etc., pero no, no  era Johann Valentin Andrea, el maestro inspirador de los rosacruces.

Navegando por el lado oculto de internet, alerto el enigmático nombre a la vista: Basilius Valentin, uno de los grandes alquimistas centroeuropeos. Fue monje benedictino en Erfurt (Prusia). Estudió medicina y utilizo el antimonio como medicamento. Realizó interesantes investigaciones sobre metalurgia y amalgamas, y describió la forma de preparar el ácido clorhídrico. De entre sus obras, publicadas en 1600, destacan “El carro triunfal del antimonio” y “Tratado químico filosófico de los metales y de los minerales”.

En su obra, “Le Dernier Testament”,  se encuentran las Doce Claves de Basilius Valentin, uno de los secretos alquímicos mejor guardados, están escritos en clave y quien no conoce la Magia Sexual no puede entender los libros de Alquimia.

En la Gnosis, dicen que tienen la clave para descifrar esos secretos. Aunque, debido al estado embrionario en que se encuentra la humanidad todavía no puede comprender el significado de estos tratados en los libros sagrados porque fueron elaborados con la sabiduría del fuego.
Las doce claves de Basilio Valentín representan todo el trabajo alquímico que debe realizar el ser humano en sí mismo. Como siempre se ha buscado su interpretación en forma literal y externa, muy pocos imaginan que en estas claves se encuentra la llave para la autorrealización íntima del Hombre.

Sirva la duodécima clave (ver el grabado), como muestra del tecnicismo empleado en la revelación:

DUODÉCIMA CLAVE: “Si el león generoso devora la serpiente, mercurio te dará flores a millares. La piedra sin fermento no puede producir oro, pero teñirá mucho unida a él por ingreso. Por ella verás todo lo que está oculto, y Dios será propicio a satisfacer tus deseos”.
Interpreta la antropóloga gnóstica Susana Rodríguez Licea del Instituto Cultural Quetzalcoatl, que así como el león transforma a la serpiente en su propia carne cuando la devora, así también, el poder de Devi Kundalini, el fuego sagrado transmutado, elimina todos los defectos, los errores. He aquí el arcano 12, quien posee el oro fermentado puede tener la dicha de Ser realmente.

Los alquimistas medievales escondieron el Gran Arcano entre innumerables símbolos y alegorías esotéricas, para salvarlo de la profanación y para evitar que fueran quemados vivos en la hoguera de la inquisición.

¿Hemos descubierto la piedra filosofal, el Elíxir de larga vida, la cuadratura del Círculo y la clave del movimiento perpetuo? ¿En el manuscrito Azoth de Basilio Valentín se encuentra  el secreto de la Gran Obra? Yo no lo sé, pero quizás como dicen algunos sabedores, “las Doce llaves secretas es la energía creadora del logos, cuando la rosa florece en la cruz de nuestro cuerpo”.
GNV con la ayuda del Dr. Alejandro Gómez y el ICG de México.



martes, 6 de diciembre de 2011

Johann Valentin Andreae

  

Cada año en febrero suelo visitar la Messe Frankfurt, acompañando a MT. Soy un neoturista perfecto, combino el ocio, la cultura y el trabajo, me satisface tanto ir a la feria como visitar un museo o relajarme en un spa; aprovecharé la ocasión una vez más para rentabilizar el viaje descubriendo nuevos productos con el afán de innovarme en lo laboral, descubrir un personaje ilustre que me aporte nuevos conocimientos, y sobre todo, disfrutar el camino dando placer a todos los sentidos, compartiéndolo con la posiblemente mejor compañera de viaje.

Después de Beethoven (Bonn), Goethe (Fráncfort), y Marx (Trier), de los cuales conservo su música, poesía y filosofía, al tiempo que recuerdo su paisaje, nos complace ir ahora si Dios quiere un poquito más al sur, en busca de un desconocido pero no menos interesante personaje, que nació el 27 de agosto de 1586, en el seno de una piadosa familia luterana, en la ciudad de Herrenberg, al suroeste de Stuttgart.

Fué sin duda su enorme inquietud intelectual y su profunda aspiración de reformar el mundo, lo que le llevó a escribir más de 100 obras, la mayoría inéditas a los españoles, con la excepción claro está, de los manifiestos rosacrucianos publicados por sus adeptos. La obra más valiosa en su etapa juvenil fue “Theodosius”, dos volúmenes bastante extensos en que propone su idea sobre lo que debe ser un buen educador.

Donde nuestro personaje no pasa inadvertido es en el campo de la literatura ocultista. Esta dimensión esotérica es casi la única que se asocia con él cuando se le menciona, con un halo de misterio y suspense que acaba por hacerle aparecer como un interesante conspirador cósmico, apagando injustamente el conjunto de su extensa y variada actividad literaria, ocultando su verdadera personalidad intelectual y humana.

En el año 1614 ve la luz el escrito más característico del mito rosacruciano, sin nombre de autor: Fama Fraternitatis. Va dirigido a los rectores, estamentos y letrados de Europa, relata la vida del hermano Christian Rosencreütz, fundador de la Fraternidad de la Rosa-Cruz, y promete, usando modales esotéricos y apocalípticos, una filosofía nueva y la transformación del mundo. El impacto de la Fama fue enorme, los personajes más señeros de la época se vieron empujados por ella, unos pidiendo o proclamando su pertenencia a la hermandad, otros negándola y otros burlándose de una asociación que pretendía renovar las ciencias nada menos que mediante la alquimia, la magia y la cábala. Al año siguiente salió una segunda edición de la Fama y la publicación  del segundo manifiesto rosacruz llamado Confessio Fraternitatis.

No tardó en aparecer el tercero de los manifiestos, también sin nombre de autor, Las bodas alquímicas de Christian Rosencreütz: Año 1459, que se atribuyo primeramente a Belsod y posteriormente a Johann Valentin Andreae por los indicios literarios y la presencia en los tres escritos del misterioso protagonista, C.R., si bien él lo negara en público, incluso en juramento por los problemas que le pudiera acarrear la discutida y controvertida proclama.

Los tres objetivos reformistas que se anuncian con cierta vaguedad en los Manifiestos, los repetirá Johann Valentin con más precisión en casi todos sus escritos, especialmente en su “Cristianápolis”, donde el trío «piedad», «probidad» y «erudición» o sus sinónimos es un estribillo que aparece en todas las páginas. En ésta obra se narra el viaje de Christian Rosenkreuz por los países árabes y por España donde entra en contacto con los sabios de estas naciones y aprende los axiomas de todas las facultades, de todas las artes y de la naturaleza entera, a las que encuentra en armonía con su fe y compendiadas en el hombre. Y el interés por conocerlos es tanto como el interés por conocer, admirar y reverenciar a Dios, único autor de esa sinfonía universal.

Cristianópolis, una ciudad utópica en la isla de Cafarsalama, situada en el Antártico, es el refugio de la religión expatriada, es decir, el refugio de todos los buenos creyentes que el mundo ha perseguido y expulsado de sus confines. Reunidos aquí, construyeron la ciudad de Cristianópolis, hogar o, mejor, baluarte de la verdad y de la bondad.

El trabajo que se realiza en Cristianópolis, una ciudad de 400 habitantes, es mayormente artesanal. La ciudad entera es como un único taller, si bien de productos muy diferentes. Puesto que todos ejercen algún oficio o desempeñan alguna otra labor, es mucho el tiempo que les queda libre, el cual no lo pasan en la ociosidad, que les da vergüenza, sino que lo aprovechan para dar curso a la ingeniosidad y jugar a los inventos. Nada extraño, por tanto, que lo consideren sano para el cuerpo y que no quieran siquiera llamarlo trabajo, sino ejercitación de las manos.

En la historia reconocida y aceptada del personaje constatamos su paso por la Universidad de Tübingen donde estudió filosofía y teología, y en su curriculum vitae figura que fue diácono en la ciudad de Vaihingen a los 28 años, decano en Calw, predicador en la corte, y abad de Bebenhausen. Ahora bien, en la historia oculta y no aceptada públicamente por razones obvias, no tiene por qué ser menos cierto que fue  Gran Maestre del Priorato de Sión, Hermano Mayor de la Fraternidad Rosa-Cruz y Maestro de los Templarios, entre otros cargos y honores.

Al ingresar, ya mayor, en una Sociedad Académica, Johann Valentin elige el sobrenombre de «Mürbe» (el Mórbido), y como emblema un musgo adherido a un árbol con la leyenda «Noch grünts» (todavía verdeguea), cuyo tono jovial contrasta con el cansancio y desilusión que refleja la otra leyenda que hizo poner en su escudo de armas, «Sufficit» (basta), como puede verse en el anterior retrato. En su autobiografía relata que le era duro asistir con absoluta impotencia al sometimiento de la Iglesia a los intereses del Estado, el cesaropapismo que con tanto celo había combatido siempre o, como él gustaba de llamarlo en su particular clave esotérica, el Apap (el papa al revés).

En 1654 moría en Stuttgart y era enterrado en el cementerio de la iglesia-hospital (Hospitalkirche). Su hijo Gottlieb nos cuenta los últimos momentos de la vida de su padre: Al sentir cercana la muerte, Johann Valentin se revistió de sus ornamentos sacerdotales y recibió la sagrada eucaristía en compañía de sus familiares y amigos. Asistido por las oraciones de los siete clérigos que rodeaban su lecho, recitó con voz quebrada pero muy clara los doce artículos del credo que su mujer le iba leyendo por delante. «Me siento bien, indeciblemente bien», musitó poco antes de morir -o de dormirse, pues como él mismo había escrito en su utopía, lo cristianopolitanos llaman sueño a la muerte.

A un cristiano, dicen en Cristianópolis, se le debe el parabién, no el pésame, ni pompas. Escuchan la palabra de Dios, que les anima frente a la muerte y les instruye frente a la vida. Lo que cada uno haya sido Dios lo sabe, lo dice y lo recordará la posteridad. Apenas hago memoria del feliz finado, porque es casi imposible, hacerla sin falseamientos, por ello adornaré tan solo esta sucinta semblanza a Johann Valentin Andreae, transcribiendo literalmente el último párrafo de Cristianópolis, prendado por su emotiva y fraternal despedida:

Mientras dice esto, suenan las doce del mediodía y se oye la dulce melodía de las campanillas, que es el aviso para la oración solemne. Me saluda entonces y me ruega que vaya en el Señor y que vuelva sano y salvo bajo la guía de Dios con el mayor número posible de compañeros. Y al extenderme la mano derecha del amor de Cristo, me dijo:
—Ten cuidado, hermano mío, de no retornar al mundo y alejarte de nosotros.
A lo que yo contesté con emoción:
—Donde tú morares, allí moraré yo; nuestro pueblo será el mismo, el mismo nuestro Dios; donde tú murieres, moriré yo y allí seré sepultado y, ¡ojalá Jehová me sea tan propicio que solamente la muerte me arranque de tu lado! Con esto recibo la bendición con el ósculo de la paz, y me marcho, y ya estoy entre vosotros para, si os gusta esta república, este culto de Dios, el comportamiento de estos hombres, su formación de espíritu, os vayáis allí pronto conmigo todos los que sois buenos junto con el buen Dios. Adiós y salud en Cristo.

GNV, con la ayuda del venerable maestro Johann Valentin Andreae.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Working Partner

 
Soy socio y a la vez trabajador de una sociedad mercantil, circunstancia muy frecuente en las pymes y sin embargo menor en las grandes empresas. Podemos decir que no siempre el trabajador es socio de su empresa y probablemente el propietario siempre se considera un trabajador de la misma. Con este traba lengua, intentaré en mi reflexión definir y poner en valor la figura del socio trabajador  y encuadrarlo correctamente en el Régimen General de la Seguridad Social. Como existen socios y socias, trabajadoras y trabajadores, recurro al inglés  para evitar la perspectiva de género y además puede resultar hasta de mayor significancia, acuñándole inéditamente al socio trabajador: Working Partner.
Un working partner es el miembro de una entidad mercantil que posee la doble condición de ser propietario y a la vez trabajador. Pero claro,  haber hay propietarios, que más que propietarios los entiendo empresarios, y en contra trabajadores  que terminan siendo simples sindicalistas que permanecen anquilosados aún en la vieja lucha de clases. Por tanto en la definición de los working patner debemos introducir algunos limites que no les lleve obligatoriamente a incluirlos en el Régimen Especial de la Seguridad Social de los trabajadores por cuenta ajena, o autónomos que ejerzan  funciones de dirección y gerencia, que conlleve el desempeño del cargo de consejero o administrador, o presten otros servicios para una sociedad mercantil capitalista, a título lucrativo y de forma habitual, poseyendo el control efectivo de aquella.
Me aclara un informe laboral  de la Tesorería, que un socio que no sea administrador de la sociedad y ejerza funciones de dirección y gerencia, estará comprendido en el campo de aplicación del Régimen General, como trabajador por cuenta ajena, siempre que su participación directa en el capital social sea inferior a la cuarta parte del mismo y que, de convivir con otros socios a quienes se encuentre unido por vínculo conyugal o de parentesco por consanguinidad, afinidad o adopción, hasta el segundo grado, posean entre todos ellos una participación en el capital social inferior a la mitad del mismo.
No me enredo más en la Seguridad Social para poner en valor la figura del working partner  como un intra emprendedor que tiene gratuitamente la empresa, creando persistentemente valor económico y social, por su trabajo y por la cualidad de socio activo.  Se presupone al menos, no siempre y en todos los casos será así, que el trabajador  o trabajadora que es dueño o dueña de su empresa, realice sus labores de una forma más cuidadosa y diligente que los otros que no lo sean.  Se supone consciente de sus responsabilidades laborales y mercantiles, con sus derechos y obligaciones, asumiendo el riesgo y ventura, sus alegrías pero también sus penas. Se vive de una forma más amplia e intensa la empresa con la doble mirada del working patner, que en el transcurso de su trabajo obtiene mayor información y conocimiento del negocio, al tiempo que lo capacita para innovar y agilizar la toma de decisiones para el cambio.
La in-formación continua  en el tajo, le facilitará la creación de riqueza de una forma más eficaz y eficiente, de mayor calidad, al tiempo que comprenderá mejor el  por qué favorecer y propiciar las mejores condiciones laborales en su propio beneficio. El ojo del amo engorda el caballo, y no es menos cierto, que burro cargado coge el mejor camino, por lo tanto si  contento debe estar no solo el working partner, lo estará su compañero/a  empleado o su socio/a  capitalista, ya que el primero gozará de mejores condiciones laborales  aumentando su productividad y el segundo de una mayor rentabilidad empresarial al mejorar su competitividad.
No esconderé que soy partidario de los principios orientadores de las entidades de la economía social, las cooperativas y sociedades laborales, donde se reconoce la primacía de las personas sobre el capital  de la empresa,   de una empresa fundamentada en valores de sostenibilidad y responsabilidad social, al mismo tiempo que compartida y solidaria. Un objetivo siempre presente: mejorar la competitividad de nuestras empresas autogestionándola democráticamente, aprovechando los recursos de una forma racional y eficiente, ajustando nuestra gestión al beneficio tanto a corto, como a largo plazo, en definitiva a empresas socialmente responsables y compartidas, que mejoren el bienestar de las personas que trabajan en ella  y de la sociedad global.
Fomento la participación de los trabajadores en el accionariado de las empresas, reivindico la presencia de los trabajadores en los consejos de administración  y  reclamo justamente  parte del beneficio alcanzado. Ya dije que soy un Working Patner, por ello me siento contento y satisfecho, tanto más o igual que cualquier otro empleado o empresario, con una diferencia, que soy dos en uno, mitad socio, mitad trabajador, doble pero sencillo, como las hojas del ginkgo biloba, más perenne ¡Bueno, déjalo aquí! Eso son otras elucubraciones.
GNV. Las Palmas de Gran Canaria, el mes que comienza con todos los santos y termina hoy,  día de San Andrés.