miércoles, 12 de junio de 2013

Nicolás de Asís Navarro y Sortino (Poliuto)


Gracias al libro conmemorativo del 150 aniversario de su fundación "Historia de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas" de Lothar Siemens Hernández publicado en 1995, puedo recopilar numerosas referencias de mis bisabuelos y abuelos paternos, tanto por los Navarro como por los Valle, las cuales fueron recabadas de la amplia documentación que encierra el Museo Canario, el Gabinete Literario y  la salvaguardada hasta hoy por la Sociedad Filarmónica, me encuentro con una concentración de datos documentales que ha hecho más fácil la investigación.
Si bien Bernardino Valle Chinestra ha sido el alma musical de la Sociedad Filarmónica siendo Director de la Orquesta por más de cuarenta años, mi punto de vista está centrada en esta ocasión en uno de sus socios fundadores, Nicolás Navarro y Sortino, que terminarían siendo consuegros por el enlace matrimonial de sus hijos Bernardo Navarro de la Torre y  Concepción Luz Valle Gracia (mis abuelos paternos).
¡Vamos a ello! Nicolás de Asís Navarro y Sortino, nació en Las Palmas el 27 de octubre de 1837, era el séptimo hijo de once que tuvo el matrimonio de Fernando Navarro Pastrana y María del Pino Sortino Cabrera. 

El 22 de diciembre de 1867, a los 30 años de edad,  se casó con María Soledad de la Torre Doreste (29/10/1838) en la Parroquia de San Bernardo, hija de Manuel de la Torre Parlar y de Josefa Doreste Navarro, los cuales engendraron a Lucrecia (1868), María Fernanda (1870) y a mi querido abuelo Bernardo Navarro de la Torre (1873-1934), al que desgraciadamente no pude conocer ya que murió cuando tan solo tenia 51 años, un poco antes de la insurrección de Franco. Vivieron en la calle Espíritu Santo, pero al enviudar don Nicolás recibió la fraternal acogida de sus hermanas solteras, a las que se les conocía cariñosamente en el vecindario por el apelativo de "las niñas de Navarro", en el edificio que había heredado de su prima Carolina Bethencourt Sortino, sito en la calle La Peregrina número 8, muy fácil de distinguir, ya que una lira campea  en el antepecho del balcón de la casa, y allí sería después donde fallecería el 14 de abril de 1895 a los 57 años de edad.
Las familias Sortino, Inglott y Parlar, entre otras, descienden de los comerciantes malteses que arribaron a Gran Canaria en la segunda mitad del siglo XVIII, en su mayoría abrieron  tiendas o se domiciliaron en La Peregrina y en la calle Gotardo que, desde entonces, se conoce por la calle de los Malteses.



Esta obligada y enmarañada introducción genealógica para conocimiento de mis parientes  la completo con los atributos que le apreciaron los historiadores José Miguel Alzola, Néstor Álamo y Lothar Siemens, que coinciden en sus biografías al mencionar a nuestro protagonista como un galán según fama, poeta -como verán-, bien surtido y dotado para el canto, amante de la música culta, como también lo fuera su joven esposa que figura como intérprete en muchos de los programas musicales de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas, de la que fueron socios fundadores y de mérito después; miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria; co-fundador del Gabinete Literario y del Museo Canario, donde era habitual verlo figurar en las actas de la junta directiva ocupando un puesto de gobierno. Intervino en la efervescente y apasionada política de su tiempo. Lo consideraban sus vecinos un tanto dadivoso y vulnerable a los sablazos. Bastante religioso, de conducta  noble y siempre comprometida socialmente, tanto, que le valió ser rebautizado por el calificativo de "Poliuto", igual que aquel noble armenio protagonista de la ópera trágica de Gaetano Donizetti, que fue devorado por las fieras en la arena del circo romano al no querer renunciar el neófito a la fe cristiana por orden de Severo para recuperar el amor de la deseada esposa, pero sin embargo Paolina prefiere afrontar el truculento destino del martirio cantando junto a Poliuto. 


A los 11 años ingresó en el recién constituido Colegio Mayor de San Agustin. Trabajó honradamente como Administrador Depositario de las Reales Cuentas de la Provincia de Las Palmas. Todos cuentan la popular anécdota que lo inmortaliza: la décima satírica que le dedicó "La Perejila". Por no ser menos, la vuelvo a recordar aquí:

Necesito hoy un duro,
mi amigo Don Nicolás:
el decirle está de más
que me veo en un apuro.

Esto, para mí, lo juro
que son cosas muy fatales
conque se aumentan mis males,
y hoy, octubre veinte y uno,
no tiene dinero alguno
Agustina de González.

Me podría pasar horas adornando esta breve biografía con sus ilustres tíos, por ejemplo: de como Domingo J. Navarro adquiere los terrenos de la Isleta; o de las mil facetas artísticas y culturales de la saga de los cuñados, no digo nada de Néstor y Bernardo de la Torre Doreste; o de sus consuegros, como cité al principio a Maestro Valle, o a Bartolomé Apolinario Macías, fundador del la Casa Asilo de San José.
¡Pero seguiré en mi empeño! Vuelvo el foco de nuevo a nuestro poeta. María Teresa Socorro Apolinario y su familia, en 1995, convocaron a todos los descendientes  de los Navarro de la Torre en la finca de mis padres en Valsequillo para comunicarnos: "Al cumplirse el centenario de la muerte de nuestro antepasado hemos querido rendirle homenaje publicando estas cartas que han quedado para la posteridad. Don Nicolás nos dejó en ellas parte de su espíritu y de su sabiduría socarrona como singular cronista de un pequeño y particular trozo de la historia de nuestra tierra".

Nos regaló una copia de las misteriosas cartas a cada una de las ramas familiares esperando que "el documento traspase las fronteras del tiempo y siga vivo, de generación en generación, en el recuerdo de sus descendientes". ¡Que bonito¡ Tenían que ver a esa mujer totalmente entusiasmada por transmitir a sus parientes las cartas de su antepasado, la misma emoción que siento ahora yo; y recuerdo sin embargo que en su día no supe valorar lo suficiente aquel gesto generoso debido a mi edad ... o por “falta de ignorancia”, como humorísticamente diría “Piedra Pómez”.
En el prólogo de la recopilación, María Teresa nos cuenta: "Buscando en los viejos recuerdos de mi madre me encuentro dentro de una pequeña carpeta negra, con ilustraciones en nácar, los borradores de unas cartas escritas en verso por mi bisabuelo Nicolás Navarro que se remontan a finales del siglo pasado (años 1880 - 1894).
Estas cartas estaban en poder de mi madre. Al preguntarle por la destinataria no supo decirme quién podría ser, pues ya mamá estaba muy mayor. Fuese quién fuese, de esas cartas se desprende un gran afecto por parte de la familia hacia la misteriosa Calixta".
¿Cartas de amistad? Sí, mucho afecto. ¿Cartas de amor?¿Que significaba para él? Ustedes podrán leer las once cartas recopiladas en el archivo PDF "Cartas a Calixta", donde las he guardado y así podrán dar respuesta al enigma: ¿Quién fue Calixta? No empieces por el final, ya que María Teresa Socorro en el epílogo lo desvela por la información que le facilitara nuestro primo Bernardino Navarro Pereyra.
Para los vagos, copio un fragmento para engolosinarlos un poco:

....
Me voy haciendo, Calixta,
un viejo chocho y ramplón
con estos razonamientos
tal vez faltos de razón.
Punto y aparte.

Recibe cordial felicitación
de todos los de esta casa
sin descuento ni excepción
¿Cuándo vienes a Canarias
a darnos el alegrón?
no conocerás sí vienes
el más oscuro rincón
Las Palmas se ha convertido
en un París o un London;
....


En prosa, otra carta relata los chismes y escándalos del lugar:
“Quisiera contarte cuanto aquí ha pasado de cosas diversas durante este año, pero como sabes he sido nombrado, y soy,  Administrador Depositario de todo el Partido; estoy dado al diablo; y apenas me entero de muy raros casos, que a pesar de ser sema-reservados, todo el mundo de ellos se encuentra enterado.
....
Llega la censura a tan alto grado que sí no hallan quien les siga de blanco, invocan espíritus con tanto entusiasmo sirviendo de médium a muchísimos vagos y cosas inventan que ni el mismo diablo. Son ropavejeros con lenguas de gancho que de estercoleros desentierran trapos.”
….

¡Pero aquí no acaba la historia! Hoy buscando las "Cartas a Calixta" en mi repleta y desordenada biblioteca, me tropiezo con unos antiguos cuadernos, amarillentos, que se deshacen casi al tocarlos, de una colección de cinco tomos sin encuadernar titulados: "Crónica de la Guerra de Cuba y de la Rebelión de Filipinas". La tarde se prestaba a ordenar los papeles y me puse en la tarea, un vuelco me dio al corazón cuando veo entre aquel manojo de carcomidas y roídas hojas que habían sobrevivido y rescatados por alguien con cabeza de un viejo trastero, ¡una carta impoluta, como puesta del cielo! No, no era de don Nicolás sino de la mismísima Calixta dirigida a él, comienza así:
"A mi simpático y querido amigo Nicolás en el día de su santo". Continúa con un precioso poema que titula: Inspiración. La curiosidad me invadió y me fui directamente al final para ver quién era la inspirada poeta?
....
La calma tras la tormenta
Como en mi escribir
extasiada saludando
desde el fondo de mi
corazón a "mi" mejor
e inolvidable amigo
Nicolás Navarro Sortino.
He dicho
Calixta Doreste y de-
más yerbas.

El poema manuscrito con pulcritud y buena letra de su amiga del alma está rubricado pero  no fechado. ¿Es una carta perdida, o escondida y olvidada?¿Una simple declaración de afecto, o de amor prohibido? La puerta del enigma se vuelve abrir en este milenio. No sé sí dejarles con las ganas, mi maldad no llega a tanto; pegaré en un archivo digital el díptico en tamaño postal, que visto al trasluz el papel vellón nos revela un misteriosa imagen.
¡No me creerían tampoco! La publico, y lo dedico a los más jóvenes que pasarán sin vernos, sin embargo insisto y animo leerlo: les brindo la oportunidad a que aprendan amar con pasión y respeto, pero sobre todo reverenciar y reconocer la enseñanza que nos han dejado los viejos. Su sangre pasajera será nuestra seña de identidad, su amor nos hará divinos y eternos.




Gracias a María Teresa Socorro, Domingo J. Navarro, José Miguel Arzola, Agustín Millares, Néstor Álamo, Lothar Siemens y demás yerbas. ¡Imposible! ya quisiera ahora a nombrar a toda la parentela y amigos que abrieron mi corazón en canal, desbordando sabiduría y esperanza en este fraternal homenaje al inolvidable Don Nicolás Navarro y Sortino y a su entrañable esposa María Soledad de la Torre Doreste. A todos mi gratitud y perdonen la pesadez, por las cosas que no mencioné, y por las que me falta averiguar.
He dicho, … parodiando a Calixta en los tiempos de "La Perejila".
Punto y final.


María Teresa Socorro Apolinario con la Familia Navarro Valdivielso


jueves, 6 de junio de 2013

“Lolita Pluma” y "La Perejila"



En un mar de comentarios entre amigas y amigos de mi cuenta de Facebook a raíz de una alusión poco afortunada por mi parte sobre "Lolita Pluma", -a la cual quiere levantar a las alturas dentro de un parterre del Parque de Santa Catalina el Alcalde Cardona en el plan de remodelación del Puerto- surgieron espontáneamente dos personajes que andaban desmemoriados en la noble y leal ciudad de Las Palmas de Gran Canaria: "Andrés el ratón" y "La Perejila". Tal fue el mal entendido, que debo aclararlo: se creyó que le negaba  mayor reconocimiento a esta extraña y peculiar  figura de "Lolita Pluma" que marcó en mi vida una página entrañable y a la vez imborrable en los recuerdos de mi infancia porteña. ¡Todo al contrario! pretendía que su presencia en la entrada principal del Puerto fuera percibida por los que nos visitan, tal y como era ella misma: un personaje de singular bohemia, libre de prejuicios, presumida en su vestimenta y adornos, orgullosa y  algo ordinaria con su gente, desconfiada y cercana con los turistas. Su altar era el cosmopolita parque en un ir y venir continuo -a ras del suelo- para atender a sus animales: fueran perros pardos, gatos negros o palomas blancas; sin ataduras a un noray del muelle ni anclajes a un bloque de hormigón para su defensa ya que su único refugio fue las altivas palmeras y los onerosos cambulloneros. Por ello decía y digo, que no necesitaba un pedestal para homenajearla, que la quiero a mi lado para achucharla cariñosamente, aunque siempre con el miedo a que no se molestara al robarle una foto de su pintoresca y extravagante belleza sin pagar peaje.


Si bien no quiero mezclar una con la otra (Lolita y Agustina), aprovecho la ocasión para rendir tributo al ingenio transgresor de estos "tipos" singulares que tienen todos los lugares del mundo en todos los tiempos y sin embargo diferentes en sus comportamientos y genialidades que llenan de vida el cotidiano paisaje transformando lo urbano en humano.
Quizás sea justo poner de ejemplo aquí a una señoril figura que el cronista Néstor Álamo califica como "nuestra inmortal poetisa", mal llamada "La Perejila", como así consta en su prólogo de la tercera edición  ampliada y perversamente corregida  del libro: "Poesía" de Agustina González y Romero, publicado en 1983 a instancia del alcalde Juan Rodríguez Doreste que recogió la idea de otra sugerida en 1978 por el concejal de cultura, don Enrique Blanco Torrent, para celebrar el 500 aniversario de la Ciudad.
¡La edición está actualmente agotada! María Teresa  logró adquirirla tras mucha dedicación y esfuerzo esta joya literaria, la cual me prestó no sin advertirme previamente de su gran valor y su custodia siempre sujeta a su propia vigilancia para que no se la estropeara. Lo primero que hice fue buscar un poema que por José Miguel Alzola de su libro sobre la calle "La Peregrina" sabía le había dedicado “La Perejila” a mi bisabuelo paterno don Nicolás Navarro y Sortino, un comerciante muy querido por su honradez, filantropía y religiosidad. De querer confirmar lo dicho copio la décima satírica que le dedicó al galán según fama, tan bien surtido, dadivoso y vulnerable a los sablazos, que se vio rebautizado por el calificativo de "Poliuto" (según notas de Néstor Álamo). Así lo asaltó “La Perejila”:

Necesito hoy un duro,
mi amigo Don Nicolás:
el decirle está de más
que me veo en un apuro.

Esto, para mí, lo juro
que son cosas muy fatales
conque se aumentan mis males,
y hoy, octubre veinte y uno,
no tiene dinero alguno
Agustina de González.

Después de leerlo me tranquilizó el que no fuera uno de los incontables improperios de los que solía profesar de forma agresiva y burlesca, ocurrente y de vocabulario desvergonzado -al menos para su época- doña Agustina a los que se metían con ella al gritarle "La Perejila", o aquellas sátiras endiabladas a su tío Mariano Romero y Magdaleno, y a su sobrino-primo Pablo Romero y Palomino (su enemigo mortal) culpable de todos sus males y que la ninguneó en el reparto de la cuantiosa herencia de su abuelo materno. Sus poemas van desde la sátira cruda, acertada e insolente, a los serios con atisbos religiosos o de rendida humildad para pedir apoyo ante su precaria situación económica. Pero donde demuestra sus calidades de desenfado valiente es cuando habla llanamente, cuando se dirige a su pueblo; y hasta el propio Néstor Álamo piropeaba.


La romántica y bohemia doña Agustina nace en el seno de una familia acomodada y pujos de hidalguía el 20 de agosto de 1820; hija del chicharrero Manuel González González y de Francisca Romero y Magdaleno, de alias "Frascorrita". Supongo que muchas damas y caballeros -contemporáneos que no fueran de su gusto- debieron descansar al conocer que aquel "flagelo de mentecatos y malcriadas" había dejado de ser el 4 de diciembre de 1897. Murió arruinada y sola en el Asilo de los Desamparados donde repudiada por su familia vivió sus últimos días de la caridad pública, pero sin dejar de ejercitar su yo orgulloso y rotundo, ni rendir la noble testa más que ante Dios.
En su instante más postrero - dice Néstor Álamo- nuestra "Perejila" pudo permitirse con dignidad suprema  aquel tradicional -¡imponente!- volverse hacia la pared y lanzar al mundo que dejaba aquella despedida final:
- ¡A la mierda, abanico, que corre fresco!
No lo hizo, pero dejó estos ripios que recopilo como muestra de su vasto repertorio:

A los "monigotes" de San Agustín que le gritaban ¡Perejila!

¿Perejila?
En sus bocas mierda estila,
monigotes corrompidos,
groseros y malcriados.
¡Huélanme este culo mío 
que lo tengo bien cagado!

A otra que le gritó ¡Perejila!

¿Perejila?
En tu boca mierda estila,
hija de padre cabrón:
Ya se te cayó la flor,
pronto te vendrá la fruta,
que sí ahora eres tan puta
¿qué será cuando mayor?


A otro que le gritó ¡Perejila!

¿Es el cabrón de tu padre
quién te lo mandó decir?
-¿Es tu padre, el puñetero?

Dile que anda más cagado
que el palo de un gallinero,
y que perejil es hierba
que no se da en los chiqueros

-El cabroncillo arritranco,
como en China un mandarín
sopla alegre con el ano
la trompa y el cornetín.


A otra más ...

El perejil es muy bueno
Pues sirve hasta para sopa,
y tú, gran puta podrida,
has de ser del "Seis de Copas"*

*Celebre casa de lenocinio en Vegueta que tenía en la fachada seis huecos iguales.


Un "viento"

A Magdalena, la hermosa,
un viento se le escapó
y Serafín pregunto:
-¿Qué fue eso, Magdalena?
-¡Ay, Serafín!, no lo sé;
un aire fétido fue
de las regiones mierderas,
que como son tan ligeras
se me escapó para usté...

No se queden con las ganas de saber de donde le vino el nombrete a doña Agustina: don Isidoro Romero Ceballos (abuelo de Agustina), arrogante Capitán y Bachiller -insoportable por chinchoso-  que no admitía a la vera de sus hijas galanes de baja cuna, cosa que jeringaba mucho a las doncellas, Frascorrita y Pinito, deciden burlar la vigilancia paterna; lo consiguen en conchabo con las mozas de servicio; dice Frascorrita (madre de Agustina):
-Mira Sionilla, si tú vez que pasa por ahí el novio de "Sita Pino" vas y dices: mi ama, por ahí pasa “cilantro”, ¿quiere su mercé...? Y si el que pasa es el mío dices tú, "Sita Frascorrita"  por ahí pasa “perejil”: ¿quiere?
Tanto fue el viene por ahí  "el perejil" o el va por allá "el perejil", que el mote se quedó para siempre  con don Manuel González (padre de Agustina) y por extensión todos los suyos después. Un apodo que es utilizado hoy frecuentemente por historiadores y escritores para referirse a una época de oro de la cultura palmense: en aquellos tiempos de "La Perejila".
Dejo para otra ocasión contarle a mis parientes y amigos algo más sobre "Poliuto" y de otras "cosas de los romeros" como dicen allá por Teror.
Y termino ya con “La Perejila”:

"¡Vaya, vaya! ¡Vaya, vaya!

El mundo se va a acabar

¿Dónde se han visto ocho perros

cuidando la Catedral?"