jueves, 6 de junio de 2013

“Lolita Pluma” y "La Perejila"



En un mar de comentarios entre amigas y amigos de mi cuenta de Facebook a raíz de una alusión poco afortunada por mi parte sobre "Lolita Pluma", -a la cual quiere levantar a las alturas dentro de un parterre del Parque de Santa Catalina el Alcalde Cardona en el plan de remodelación del Puerto- surgieron espontáneamente dos personajes que andaban desmemoriados en la noble y leal ciudad de Las Palmas de Gran Canaria: "Andrés el ratón" y "La Perejila". Tal fue el mal entendido, que debo aclararlo: se creyó que le negaba  mayor reconocimiento a esta extraña y peculiar  figura de "Lolita Pluma" que marcó en mi vida una página entrañable y a la vez imborrable en los recuerdos de mi infancia porteña. ¡Todo al contrario! pretendía que su presencia en la entrada principal del Puerto fuera percibida por los que nos visitan, tal y como era ella misma: un personaje de singular bohemia, libre de prejuicios, presumida en su vestimenta y adornos, orgullosa y  algo ordinaria con su gente, desconfiada y cercana con los turistas. Su altar era el cosmopolita parque en un ir y venir continuo -a ras del suelo- para atender a sus animales: fueran perros pardos, gatos negros o palomas blancas; sin ataduras a un noray del muelle ni anclajes a un bloque de hormigón para su defensa ya que su único refugio fue las altivas palmeras y los onerosos cambulloneros. Por ello decía y digo, que no necesitaba un pedestal para homenajearla, que la quiero a mi lado para achucharla cariñosamente, aunque siempre con el miedo a que no se molestara al robarle una foto de su pintoresca y extravagante belleza sin pagar peaje.


Si bien no quiero mezclar una con la otra (Lolita y Agustina), aprovecho la ocasión para rendir tributo al ingenio transgresor de estos "tipos" singulares que tienen todos los lugares del mundo en todos los tiempos y sin embargo diferentes en sus comportamientos y genialidades que llenan de vida el cotidiano paisaje transformando lo urbano en humano.
Quizás sea justo poner de ejemplo aquí a una señoril figura que el cronista Néstor Álamo califica como "nuestra inmortal poetisa", mal llamada "La Perejila", como así consta en su prólogo de la tercera edición  ampliada y perversamente corregida  del libro: "Poesía" de Agustina González y Romero, publicado en 1983 a instancia del alcalde Juan Rodríguez Doreste que recogió la idea de otra sugerida en 1978 por el concejal de cultura, don Enrique Blanco Torrent, para celebrar el 500 aniversario de la Ciudad.
¡La edición está actualmente agotada! María Teresa  logró adquirirla tras mucha dedicación y esfuerzo esta joya literaria, la cual me prestó no sin advertirme previamente de su gran valor y su custodia siempre sujeta a su propia vigilancia para que no se la estropeara. Lo primero que hice fue buscar un poema que por José Miguel Alzola de su libro sobre la calle "La Peregrina" sabía le había dedicado “La Perejila” a mi bisabuelo paterno don Nicolás Navarro y Sortino, un comerciante muy querido por su honradez, filantropía y religiosidad. De querer confirmar lo dicho copio la décima satírica que le dedicó al galán según fama, tan bien surtido, dadivoso y vulnerable a los sablazos, que se vio rebautizado por el calificativo de "Poliuto" (según notas de Néstor Álamo). Así lo asaltó “La Perejila”:

Necesito hoy un duro,
mi amigo Don Nicolás:
el decirle está de más
que me veo en un apuro.

Esto, para mí, lo juro
que son cosas muy fatales
conque se aumentan mis males,
y hoy, octubre veinte y uno,
no tiene dinero alguno
Agustina de González.

Después de leerlo me tranquilizó el que no fuera uno de los incontables improperios de los que solía profesar de forma agresiva y burlesca, ocurrente y de vocabulario desvergonzado -al menos para su época- doña Agustina a los que se metían con ella al gritarle "La Perejila", o aquellas sátiras endiabladas a su tío Mariano Romero y Magdaleno, y a su sobrino-primo Pablo Romero y Palomino (su enemigo mortal) culpable de todos sus males y que la ninguneó en el reparto de la cuantiosa herencia de su abuelo materno. Sus poemas van desde la sátira cruda, acertada e insolente, a los serios con atisbos religiosos o de rendida humildad para pedir apoyo ante su precaria situación económica. Pero donde demuestra sus calidades de desenfado valiente es cuando habla llanamente, cuando se dirige a su pueblo; y hasta el propio Néstor Álamo piropeaba.


La romántica y bohemia doña Agustina nace en el seno de una familia acomodada y pujos de hidalguía el 20 de agosto de 1820; hija del chicharrero Manuel González González y de Francisca Romero y Magdaleno, de alias "Frascorrita". Supongo que muchas damas y caballeros -contemporáneos que no fueran de su gusto- debieron descansar al conocer que aquel "flagelo de mentecatos y malcriadas" había dejado de ser el 4 de diciembre de 1897. Murió arruinada y sola en el Asilo de los Desamparados donde repudiada por su familia vivió sus últimos días de la caridad pública, pero sin dejar de ejercitar su yo orgulloso y rotundo, ni rendir la noble testa más que ante Dios.
En su instante más postrero - dice Néstor Álamo- nuestra "Perejila" pudo permitirse con dignidad suprema  aquel tradicional -¡imponente!- volverse hacia la pared y lanzar al mundo que dejaba aquella despedida final:
- ¡A la mierda, abanico, que corre fresco!
No lo hizo, pero dejó estos ripios que recopilo como muestra de su vasto repertorio:

A los "monigotes" de San Agustín que le gritaban ¡Perejila!

¿Perejila?
En sus bocas mierda estila,
monigotes corrompidos,
groseros y malcriados.
¡Huélanme este culo mío 
que lo tengo bien cagado!

A otra que le gritó ¡Perejila!

¿Perejila?
En tu boca mierda estila,
hija de padre cabrón:
Ya se te cayó la flor,
pronto te vendrá la fruta,
que sí ahora eres tan puta
¿qué será cuando mayor?


A otro que le gritó ¡Perejila!

¿Es el cabrón de tu padre
quién te lo mandó decir?
-¿Es tu padre, el puñetero?

Dile que anda más cagado
que el palo de un gallinero,
y que perejil es hierba
que no se da en los chiqueros

-El cabroncillo arritranco,
como en China un mandarín
sopla alegre con el ano
la trompa y el cornetín.


A otra más ...

El perejil es muy bueno
Pues sirve hasta para sopa,
y tú, gran puta podrida,
has de ser del "Seis de Copas"*

*Celebre casa de lenocinio en Vegueta que tenía en la fachada seis huecos iguales.


Un "viento"

A Magdalena, la hermosa,
un viento se le escapó
y Serafín pregunto:
-¿Qué fue eso, Magdalena?
-¡Ay, Serafín!, no lo sé;
un aire fétido fue
de las regiones mierderas,
que como son tan ligeras
se me escapó para usté...

No se queden con las ganas de saber de donde le vino el nombrete a doña Agustina: don Isidoro Romero Ceballos (abuelo de Agustina), arrogante Capitán y Bachiller -insoportable por chinchoso-  que no admitía a la vera de sus hijas galanes de baja cuna, cosa que jeringaba mucho a las doncellas, Frascorrita y Pinito, deciden burlar la vigilancia paterna; lo consiguen en conchabo con las mozas de servicio; dice Frascorrita (madre de Agustina):
-Mira Sionilla, si tú vez que pasa por ahí el novio de "Sita Pino" vas y dices: mi ama, por ahí pasa “cilantro”, ¿quiere su mercé...? Y si el que pasa es el mío dices tú, "Sita Frascorrita"  por ahí pasa “perejil”: ¿quiere?
Tanto fue el viene por ahí  "el perejil" o el va por allá "el perejil", que el mote se quedó para siempre  con don Manuel González (padre de Agustina) y por extensión todos los suyos después. Un apodo que es utilizado hoy frecuentemente por historiadores y escritores para referirse a una época de oro de la cultura palmense: en aquellos tiempos de "La Perejila".
Dejo para otra ocasión contarle a mis parientes y amigos algo más sobre "Poliuto" y de otras "cosas de los romeros" como dicen allá por Teror.
Y termino ya con “La Perejila”:

"¡Vaya, vaya! ¡Vaya, vaya!

El mundo se va a acabar

¿Dónde se han visto ocho perros

cuidando la Catedral?"


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