jueves, 23 de febrero de 2012

Cena de Ánimas

Del día de los difuntos hasta finales de febrero, el Rancho de Ánimas de Valsequillo de Gran Canaria, visita las casas que le invitan para celebrar la popular “Cena de Ánimas”. El día de la Candelaria, a un kilometro del pueblo, en la cruz existente al margen de la carretera que conduce a Telde, un grupo de hombres solía entonar poemas populares con una música antigua y letra alusiva a la muerte, con el propósito de recaudar fondos para las almas de los muertos que penan el purgatorio.
Hace ya ocho años que Chencho y Ánto ofrecieron su casa en la Finca La Cruz a Agustín, el ranchero mayor, para que cada año, el tercer sábado del mes de febrero, celebráramos una cena de ánimas en recuerdo a nuestros difuntos padres, como en su tiempo Don Fernando invitó a los viejos rancheros, que lo recuerdan con respeto y cariño, por el aprecio y ánimo que les infundía para conservar la tradicional costumbre.
En la actualidad el rancho lo componen una veintena de personas de todas las edades y sexo, a los cuales esperamos fieles a la tradición cada año en la entrada de la Finca La Cruz, a las 8 de la noche, allá por la Candelaria, dispuestos a disfrutar de un encuentro entrañable con los presentes y ausentes. Nos mostramos con  un semblante triste y a la vez solemne, pero con la alegría interior de vernos de nuevo, cubiertas nuestras cabezas con el típico cachorro canario, y en la mano los instrumentos musicales al uso, panderos, tambores, espadas, timples y guitarras.
El rancho de Valsequillo se ha mantenido desde su creación en 1800, cuando se erigió la parroquia de San Miguel Arcángel, o quizás antes, como nos indica Francisco Suárez Moreno en su ponencia “El culto a la muerte y los ranchos de ánima en la sociedad tradicional de Gran Canaria”. Sus fines se enmarcan en el credo del catolicismo en el concepto post mórtem de la Comunión de los Santos y el Purgatorio. Consideraban desarrollar una función sagrada, en la recaudación de limosnas para favorecer los sufragios, cantando a los difuntos (lo que confortaba al dolorido corazón de los huérfanos) y extendían la idea de que las ánimas tanto podían ayudar a los vivos como estos redimirlas a ellas.
Cantan en coro entonando los dos modelos de estrofas estudiadas: coplas y desechas, unas improvisadas y otras del repertorio referidas a los muertos de cada casa, con una liturgia muy simbólica preestablecida como la mesa y alimentos, entonar la Copla de la Cena, seguida de la Desecha de la Cena y la Representación de las Doncellas, con el doblar el Mantel de las Ánimas por cuatro doncellas que entran en el grupo, en un momento en que se entona la desecha, ritual de todos los ranchos antiguos.
Hoy renuevo mi admiración por los Ranchos de Ánimas y de Pascua, puesto que constituyen una de las manifestaciones más antiguas y singulares del  acervo folklórico y tradicional de Canarias, arraigado fuertemente en Valsequillo, como un rito conectado al culto de la muerte y felicito el interés manifiesto de la familia y amigos, a pesar de los pesares y los prejuicios en torno al ritual, en rescatar y conservar la costumbre de la cena de ánimas que da vida a la muerte y a los vivos.
Te parecerá mal o bien –no juzgues y no serás juzgado- pero esto reconforta el cuerpo, el alma y el espíritu, y una sopa de pollo no hace daño ni a los muertos. Más si te resulta monótono o aburrido el guineo de sus cantos, es que no  compartes  los chupitos de ron o son gases de los garbanzos que no permiten mantenerte sereno. Si prefieres otra cosa, ya hablaremos de la romería de nano el chico u otras, la cuestión es rescatar las señas de  identidad de nuestro pueblo recordando nuestros ancestros.
Si no eres de Valsequillo, no …………….

 GNV, el día de la Candelaria en la Finca La Cruz

1 comentario:

  1. Para disfrutar de esta valiosa tradición hay que conocerla y sentirla sin prejuicios. Los tiempos han cambiado valores y las formas de hacer música o vivir la espiritualidad, lo que no ha cambiado y nunca cambiará es que la muerte siempre nos acompañará en la vida. El rancho nos abre el espacio entre la vida y la muerte, y deja que cada uno se enfrente a ese hecho con una mágica naturalidad.
    Gracias Lín por tus palabras de ánimo y por tu participación en la conservación de esta Tradición.

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