No sé cuando
me encontré con un "predicador" que acababa de despertarse de un
sueño. Deseoso de contárselo al "primero", no tardó ni un segundo
para engatusarme con este curioso sueño:
Predicador: ¿Esta dispuesto "Señor Primero" a que de forma clara y
patente le cuente un auténtico sueño?
Primero: No tengo ninguna norma que rija mi conducta o
pensamiento, así que ahora con su sueño comienzo a ejercer el arte de soñar
para que me sirva de base a un inicio o simplemente a nociones primeras de un
nuevo principio.
Predicador: Pues escucha mis ficciones, que se fijan en la mente,
y al triste dan consuelo.
¿Quieres quitar de ti la
melancolía?
¿Quieres tú, sin locura, estar contento?
¿Quieres llorar y reír al mismo tiempo?
Primero: ¡Quiero soñar, más sin estar dormido! Ahora bien, para
afectar al hombre que aun es
indiferente, le ruego predique su sermón en mi dialecto para un mejor
entendimiento; Parece novedad, y sólo encierra sana y pura verdad.
Predicador: ¡Espera! por ahí
viene un alma en pena o un inexperto en la materia, al menos
"profano" de lo sagrado parece, y por allá otro
"practicante" orgulloso de sí mismo.
Primero: ¡Señor profano, señor practicante!
¿Ver quisieras un hombre que te habla en nube envuelto?
¿Quieres oír enigmas explicados, o contemplar absorto y en
silencio?
¿Quieres perderte sin que sufras daño, y encontrarte después sin
embeleso?
¿Quieres saber de tu vida, sin que sepas que la estás en su
sermón oyendo?
Profano: Visto está que no soy "profeta" que anuncia un futuro
acontecimiento, pero sacrificaré mi escaso tiempo para ver si el predicador
predice mis deseos.
Predicador: ¿Eres olvidadizo? ¿Desearas en todo el año conservar
recuerdos? ¿No has alcanzado bendición del cielo? Oh, ven acá, coge mi mano y
ponla junto a tu corazón y a tu
cerebro. Mi sermón hará de ti fiel peregrino, si te quieres guiar por mis
consejos; El te dirigirá a la Santa Tierra, si de su dirección haces aprecio;
El hará ser activos a los flojos, y hará ver cosas bellas a los ciegos.
¿Quieres una verdad dentro de un cuento?
Profano:
En el Renacimiento hubo un afán de los humanistas y artistas por descubrir un
nuevo modelo del ser humano, la búsqueda de un "hombre nuevo", que
permitió entender mejor la realidad de la humanidad y su papel en este mundo.
¡Yo no seré menos!
Primero:
"Nada más admirable que el hombre". Esta sentencia ya la dijo Pico della
Mirandola en su célebre "Discurso sobre la dignidad del hombre", y
añadir que su cita esta de acuerdo a la de Mercurio (Hermes): "qué gran
milagro es el hombre, oh Asclepio", me vale a mi también para ser
consciente y reconocer este admirable
milagro que somos los hombres y las mujeres.
Predicador: Así era, efectivamente. Es como Prudente, su
casa no distaba más que una legua de la mía, y solía muchas veces venir a
mí y con muchas lágrimas; en verdad que me daba lástima, y no perdí del
todo mis esperanzas sobre él; pero está visto que no son cristianos todos los
que dicen: ¡Señor, Señor!
Practicante:
Me dijo una vez que estaba resuelto a ir en peregrinación, como hacemos nosotros
ahora; pero de repente tuvo conocimiento con un tal Sálvese-él-mismo, y
entonces ya dejó mi amistad.
Predicador:
Pues ya que hablamos de Prudente, ¡mira por allí también viene! Inquiramos la
razón de su apostasía y de la de otros como él, vencidos por la envidia, la
superstición, y la intriga.
Practicante:
Nos podrá servir de mucho provecho; pero empieza tú "predicador" lo
que querías decir al "primero".
Predicador:
Pues bien; en mi juicio hay cuatro razones a ella:
1ª, Aunque están despiertas
las conciencias de tales hombres, sin embargo, sus corazones no se han
cambiado; eso, cuando se amortigua la fuerza de la culpa, acaba también lo que
les inducía a ser religiosos, y, naturalmente vuelven otra vez a sus antiguos
caminos, así como vemos que el perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a
volcarse en el cieno. Como he dicho, éstos buscan ávidos el cielo, sólo a
causa de su aprensión y temores de tormentos del infierno, y una vez entibiada
y resfriada la aprensión del infierno y su temor de la condenación, se
entibian y resfrían también sus deseos del cielo y de la salvación, y por
esto cuando han pasado su culpa y temor, acaban también sus deseos y vuelven a
sus caminos.
2ª, Otra razón es que sus temores son serviles, es decir no son
éstos temores de Dios, sino temores de los hombres, y "el temor del
hambre pondrá lazo". Así aunque aparecen muy ávidos del cielo, mientras
sienten las llamas del infierno alrededor de ellos; sin embargo, cuando ese
terror ha pasado un poco, ya les vienen otros pensamientos, como son, que es
bueno ser prudente y no arriesgar por lo que no saben la pérdida de todo, o a
lo menos, que no es bueno meterse en inevitables e innecesarias aflicciones, y
así vuelven a hacer sus paces otra vez con el mundo.
3ª, También suele ser tropezadero en su camino la vergüenza que
suele acompañar a la religión; son orgullosos y altivos, y la religión, a
sus ojos, es baja y despreciable; por esto, una vez perdido su sentido del
infierno y de la ira venidera, vuelven a su antiguo modo de vivir.
4ª, Les parece son muy gravosos la culpa y el pensar con terror en
ella; no les gusta contemplar sus miserias antes de tiempo; porque aunque tal
vez la primera consideración de esto les haría refugiarse donde se refugian
los justos, y donde estuviesen seguros, sin embargo, como rehuyen esos
pensamientos de la culpa y del terror, una vez que ya se han hecho insensibles
a sus convicciones y al temor de la ira de Dios, endurecen voluntariamente sus
corazones, y escogen precisamente los caminos que contribuyen más a este
endurecimiento.
Practicante: Creo que vas bastante acertado, porque el fundamento de todo es la falta de un cambio en su corazón y voluntad, y por eso son semejantes al reo cuando está delante del juez. Se estremece y tiembla, y parece arrepentirse de todo corazón; pero la causa de todo esto es el temor que tiene de la horca y no el odio al delito; dejad si no a tal hombre en libertad, y seguirá siendo un ladrón y un malvado como antes, mientras que si hubiera cambiado su corazón, hubiera cambiado también su conducta.
Predicador:
Ya que yo te he mostrado las razones de la apostasía de éstos, muéstrame tú
ahora la manera de ella.
Practicante:
Voy a hacerlo de buena voluntad:
1°, Apartan sus pensamientos todo lo posible de la meditación y
el recuerdo de Dios, de la muerte y del juicio venidero.
2°, Abandonan poco a poco, y por grados, sus deberes privados,
como la oración secreta, el refrenamiento de sus concupiscencias, la
vigilancia sobre si mismos, el dolor de pecados y otros semejantes.
3°, Luego huyen de la compañía de los cristianos fervorosos y
entusiastas.
4°, Se van enfriando en cuanto a los deberes públicos, como la
lectura y predicación de la palabra, trato piadoso con otros cristianos, etc.
5°, Ya empieza a gustarles cortar sayos, como se dice, (criticar)
a las personas piadosas, y esto de una manera infernal, para tener una excusa
aparente para echar fuera la religión, con el pretexto de algunas debilidades que
han descubierto en los que la profesan.
6°, Después vienen a adherirse y asociarse con hombres carnales,
licenciosos y livianos.
7°, Luego se entregan secretamente a conversaciones carnales y
livianas, alegrándose de ver cosas semejantes en algunos que son tenidos por
honrados, para disfrazarse con ellos y poder hacerlo más atrevidamente.
8°, Por fin empiezan a jugar abiertamente con los pecadillos,
llamándolos cosa de poca entidad; y
9°, Endureciéndose de esta manera se manifiestan enteramente como
son. Así, habiéndose lanzado en el abismo de la miseria, si un milagro de la
gracia no lo previene, perecen para siempre en sus propios engaños.
Prudente: Trata con moderación y cautela este asunto, solo con
sensatez y buen juicio podrás alcanzar la meta. Tuve una pesadilla, me sentí
arrastrado por las nubes apartando del camino cuando perdí la esperanza, solo
había tinieblas.
Profano: ¿Crees
tu que alguna que otra vez tengan convicción de pecado y, por consiguiente,
temores de que estaré en estado peligroso?
¡Suena muy bonito para ser cierto!
Prudente:
Con mi prudencia aprendí que hay camino para el infierno desde la misma
entrada del cielo. No vayas tan deprisa que te puedes despertar en medio del
camino de la moralidad pero ten cuidado con Satán. No cojas atajos, vence las
dificultadas del camino angosto. Ponte la armadura para continuar seguro tu
viaje, ayudado por el fiel practicante.
Practicante: Soy una persona que profesa y práctica una religión,
sin pragmatismo considero el valor práctico de la doctrina como criterio de
verdad, la acción y no la teoría. Utiliza tu espada de fe para obtener la
esperanza de no cometer errores, caer en la desesperación, o en la confusión.
Dos es mejor que uno. Cree en Cristo y él te salvará.
Predicador: Ve, y explícale mi sueño a quien puedas su sentido.
Más muestra en entenderlo tu cordura, pues te daña si es mal interpretado; más
si lo entiendes bien es tu ventura. Lo exterior de mi sueño, ten cuidado, más
no te preocupe en demasía, como si fuera cosa de tu agrado. Al leer este
símil, sin recelo, tira la escoria, toma el oro puro, y colmado verás así tu
anhelo. El oro está con mineral impuro.
Ni risa, ni furor, ni alegría te cause cual a niño o a demente,
mira bien su sustancia y su valía. Aparta la cortina, y fijamente mira lo que
se esconde tras mi velo: Es cosa que te anime y que te aliente.
Primero: ¡Qué sermón me ha echado! Ya consciente lo veo claro y
con la "verdad" es que me siento algo emocionado y comprendido. En
esto me desperté, y vi que todo había sido un sueño. Fue la fantasía que me
monte leyendo el libro de Juan Bunyan (de Belford, detenido y encarcelado por
no tener licencia para predicar),
"El Progreso del
Peregrino", que platica del viaje de Cristian a la Ciudad
Celestial bajo el símil de un sueño. ¡Si es cierto, una nueva versión de un
sueño! ¡Otro sueño de otro peregrino!
Predicador (John Bunyan): “Concluiré mi discurso sobre la oración
con los siguientes consejos para el pueblo de Dios:
1. Cree que, tan cierto como que estás en los caminos de Dios,
encontrarás tentaciones.
2. Por tanto, espéralas desde el primer día de tu entrada en la
congregación de Cristo.
3. Cuando lleguen, ruega a Dios que te guíe y ayude a pasarlas.
4. Vigila cuidadosamente tu propio corazón; que, no te engañe en
contra de las evidencias del cielo, ni en tu andar con Dios en este mundo.
5. No te fíes de las lisonjas de los falsos hermanos.
6. No te apartes de la vida y el poder de la Verdad.
7. Mira mayormente a las cosas que no se ven.
8. Desconfía de los pecados pequeños.
9. Que la promesa no se enfríe en tu corazón.
10. Renueva tu actitud de fe en la sangre de Cristo.
11. Medita en la obra de tu regeneración.
12. No renuncies a correr con los que van en cabeza de la carrera.
La gracia sea con vosotros”….. (John Bunyan, 1660)
El progreso del peregrino
Todos los personajes, a pesar de sus diferencias, tienen algo en común.....
ResponderEliminary son preciosos.