miércoles, 10 de julio de 2013

El Mitreo de la Basílica de San Clemente


A pocos pasos perdidos del Coliseo Romano subiendo la Vía Labicana se encuentra la Basílica de San Clemente. Recibe su nombre del tercer sucesor de Pedro, el Papa que escribió las famosas Cartas a los Corintios y que terminó  arrojado al mar atado a un ancla por defender sus creencias aproximadamente en el año 100 después de Cristo. Si bien el edificio inicialmente fue la casa familiar de un personaje romano de nombre también Clemente, una parte del mismo estaba destinado al culto de los antiguos dioses romanos.
Huía de hacer las interminables colas para entrar en cualquier monumento, pero no fue la casualidad lo que me condujo allí, sino la curiosidad o la inquietud de mi "guía espiritual" por descubrir en "situ" lo que en sucesivas excavaciones se ha ido comprobando de la historia  de este enigmático y esotérico "Edificio Clementino", y que a uno le gusta  siempre acompañar en la aventura investigadora y así aprender de la enseñanza de los dioses antropomórficos, aunque el precio de la entrada fue como la de la visita al Museo del Vaticano.

Basílica de San Clemente

Allá por 1857, el prior de San Clemente inició los primeros trabajos de excavación bajo la actual basílica llegando a descubrir en un segundo nivel la primitiva basílica existente del siglo IV, la cual siete siglos después amenazada de ruina, fue cubierta de escombros y reforzada para levantar sobre sus pilares una segunda iglesia, copia de la anterior pero de menor dimensión, tal y como lo vemos hoy.
Válgame Dios que se pueda pensar que no aprecio en ella la belleza que ostenta esta  basílica paleocristiana; el majestuoso altar sobre la tumba del mártir que encierra una urna con reliquias de San Clemente y San Ignacio; los magníficos  mosaicos del ábside con la cruz cristiana simbolizando el  nuevo árbol de la vida; las elegantes pinturas al fresco en sus paredes o el labrado  artesanado de su techumbre,... serían razones  suficientes para visitar esta joya en el mismo corazón de la "Ciudad Eterna". Sin embargo no quiero quedarme tan sólo en lo superficial, leyendo lo inscrito debajo del arco de la bóveda  que indica: "Este es nuestro Dios; ninguno otro cuenta a su lado para nada", o escuchando las interpretaciones religiosas de los dominicos irlandeses que actualmente administran el "Edificio Clementino", sino que indagaré por sus sótanos lo que les cuesta enseñar a los monjes -sin tapujos- sobre los orígenes del templo y de los misterios, no únicamente por lo perfectamente rehabilitado y conservado en el primer y segundo nivel de las iglesias católicas, sino también en el hermético y abandonado tercer nivel donde se halla el Mitreo, templo dedicado al culto de Mitra, tan practicado durante los primeros siglos de nuestra era, sobre todo por los soldados romanos hasta su total prohibición, y así mejor entender el conjunto arquitectónico y la influencia de estos cultos en otras posteriores religiones y rituales.

Árbol de la Vida

Nadie se debe extrañar y tampoco desconocer, que la primera iglesia católica se levantara sobre un templo mitraico, y menos aún desacreditar la influencia que tuvo sobre las primitivas creencias cristianas, ó avergonzarse de su procedencia considerando que el culto a Mitra fuera una gran "amenaza" para el Cristianismo. No estamos en el 391, ni gobierna Teodosio el Grande, que decretó: "nadie irá a los santuarios, paseará por los templos, o elevará sus ojos a estatuas creadas por obra del hombre". Los templos que así cerraron fueron declarados «abandonados», y el obispo Teófilo de Alejandría inmediatamente destacó en la solicitud el permiso para demoler el lugar y cubrirlo con una iglesia cristiana, un acto que debió recibir aprobación general, puesto que mitreos formando criptas de iglesias, y templos formando los cimientos de iglesias del siglo V aparecen por todo el Imperio Romano.
No hay textos sobre el mitraísmo escritos por los propios adeptos, por lo que las únicas fuentes para conocer esta religión son las imágenes sagradas encontradas en los mitreos. El dios Mitra nació cerca de un manantial sagrado, bajo un árbol sagrado, de una roca (la petra generatrix). Esto enlaza con las tradiciones armenias de la cueva de Meher (Mitra). En el momento de su nacimiento llevaba el gorro frigio, una antorcha y un cuchillo. Bebió agua del manantial sagrado, con su cuchillo cortó el fruto del árbol sagrado y con las hojas de ese árbol confeccionó su ropa.

Alejandro y Sofía en el altar de la Iglesia del siglo IV

Mitra al encontrarse con un toro que pastaba en las montañas, lo agarró por los cuernos y lo montó, pero, en su galope salvaje, la bestia lo hizo desmontar. Sin embargo, Mitra siguió aferrado a sus cuernos, y el toro lo arrastró durante mucho tiempo, hasta que el animal quedó exhausto. El dios lo amarró entonces por sus patas traseras, y lo cargó sobre sus hombros. Lo llevó, vivo, soportando muchos padecimientos, hasta su cueva. Este viaje de Mitra con el toro sobre sus hombros se conoce por sus adeptos como el  "transitus". Cuando Mitra llegó a la cueva, un cuervo enviado por el dios Sol (Apolo) le avisó que debía realizar el sacrificio, y el dios, sujetando al toro, le clavó el cuchillo en el flanco. De la columna vertebral del toro salió trigo, y vino de su sangre. Su semen, recogido y purificado por la luna, produjo animales útiles para el hombre. Llegaron entonces el perro, que se alimentó del grano, el escorpión, que aferró los testículos del toro con sus pinzas, y la serpiente. La sangre del toro esparcida dio la vida al mundo vegetal, animal y todo cuanto existe; pero el escorpión traidoramente derramó un poco de sangre vital del toro, introduciendo de este modo el mal en el mundo. Finalizada la lucha, Mitra y Apolo tuvieron un altercado por la fallida redención, pero muy pronto hicieron las paces y celebraron la gran victoria con un banquete ritual, la ceremonia por cierto es muy parecida a la Eucaristía. Después Mitra ascendería al cielo en una cuadriga como el profeta Elías.


Bajando al Mitreo

 Yo en tanto, voy al fondo de la nave lateral sur en el segundo nivel inferior de la Basílica de San Clemente, junto a la supuesta tumba de San Cirilo, bajo la escalinata que conduce al área mitraica excavada en el 1912 y que permaneció inaccesible por espacio de unos cuarenta años porque  el agua al filtrarse por las paredes inundaron las tres habitaciones que fueron excavadas hasta que las aguas fueran canalizadas por una galería a la “Cloaca Máxima” que pasa por detrás del Coliseo, y sigilosamente me adentro en el pronao o cámara del silencio hasta llegar a una puerta de hierro forjado que permite ver entre los barrotes el triclinio. A una y otra parte del triclinio hay asientos de piedra (triclinia) para celebrar el banquete ritual, y nichos semi-circulares para colocar estatuas. En medio de la habitación se halla el ara que presenta en relieve la escena de la muerte del toro, en la que Mitra, agarrando al toro por las fauces le clava el cuchillo en la espina dorsal, mientras vuelve el rostro hacia el cuervo que le había transmitido el mensaje de Apolo.

MT a la puerta del Mitreo

Fuera del triclinio, al fondo de un pasillo, se encuentra la escuela mitraica, una tercera sala que estaba destinada probablemente a la preparación del iniciado. En ella siento un aire frío que penetra en mi acalorado cuerpo, escucho el murmullo de las aguas subterráneas que discurren por la acequia invitándome a la purificación del alma y en la oscuridad de la cueva ojeo en sus paredes los siete nichos, repletos de grafitos, que vienen a ser considerados simbólicamente como las siete etapas a través de las cuales  el profano debía pasar antes de ser admitido a los misterios secretos que se mantenían en el triclinio. El pavimento de la habitación es de mosaico en blanco y negro; su techumbre es una elegante bóveda de estuco que presenta una fina decoración geométrica y floral, la cual presenta un pésimo estado de conservación que no significa vacía de la fuerza y energía del Cosmos que desprende la escasa luz de sus pinturas.
Un escalofrío me eriza la piel, me sentí como Mandela en la celda de Robben Island, un "Sol Invictus" secuestrado en la oscuridad de la estancia, pero iluminado por una luz interior que proclamaba sin cesar por La Paz y la Fraternidad Universal, reivindicando la libertad para los antiguos dioses romanos encadenados en aquella prisión.
Los estudios arqueológicos e históricos recientes han estado mostrando que durante los tiempos precristianos existían en Egipto, regiones del centro de Asia y el Mediterráneo, varias corrientes religiosas con un núcleo de miembros formando sociedades secretas practicando ritos en los cuales se usaban simbologías basadas en las posiciones de las constelaciones, los planetas, el sol y la luna. Es también posible que tales sociedades secretas antiguas hayan tenido una raíz común en aquellos que estudiaban y registraban el movimiento de las estrellas. Ellas proporcionaron muchas de las alegorías que todavía se utilizan en muchas religiones actualmente e incluso en instituciones no religiosas como la Masonería.

Triclinio

En definitiva concluyo que el cristianismo representado en el primer nivel de la Basílica de San Clemente es más o menos una adaptación de los elementos esenciales de los misterios paganos al monoteísmo judío de aquella  época, una religión entretejida de misterios, carácter éste muy esfumado hoy en día por la inquisidora visión medieval del catolicismo, pero como dijo Hermes: "lo de arriba es igual a lo de abajo y lo de abajo igual a lo de arriba", y todos los sitios son buenos para alabar al Gran Arquitecto del Universo
Cuando terminé mi recorrido por el Mitreo salí de las entrañas del edificio y me senté en un banco de madera  de la Basílica para descansar mis fatigadas piernas, esta vez no sentí el frío en el culo, ni escuché el murmullo del agua, puesto que la única que había estaba envasada en plástico y costaba muchas monedas profanas, y reflexioné sobre esta vida, tal vez algo complicada, pero además convencido en mi interior que somos los únicos encargados de hacerla maravillosa.