Muchos han sido los eruditos que han acreditado a Hermes Trimegistos como el maestro “inspirado”, que instruyó a los sacerdotes y gobernantes egipcios, y han notado que
este Hermes fue realmente idéntico a Toht, Taut o Mercurio, con mayor parecido a
un dios que a un hombre. Si al nombre de
HERMES le quitamos el sufijo ES y formamos con las consonantes H-R-M, la
palabra que nos queda en caldeo, griego o latín, se observará una analogía o coincidencia entre HERMES e HIRAM, piedra angular de la francmasonería, un sistema teosófico simbólico que reconstruye una porción importante de los misterios antiguos.
Todos
estos misterios eran iniciaciones, o formas de instrucción esotérica relacionado con el
conocimiento de los poderes divinos y su conexión con el hombre y la fuerza
divina que lo inspira. Su primer libro, de los diecisiete tratados atribuidos a
Hermes Trimegistos, comienza con esta instrucción del "Divino Poimandres a Hermes el Sabio, en su
capacidad de maestro divino para los alumnos humanos", que no me privaré aquí de exponerlo:
1. Oh
Hijo mío,
escribo este primer libro por Humanidad y Piedad hacia Dios.
2. En
él
ninguna religión puede ser más
verdadera o justa para el saber de las cosa que existen; y el reconocimiento de
las gracias por todas las cosas que ha hecho y que continua haciendo.
3. ¿Qué
debe hacer entonces un hombre, Oh Padre, para llevar bien su vida, viendo que
no hay aquí nada verdadero?
4. Se
pío
y religioso, Oh Hijo, porque para ello te ha hecho él,
que es el mejor y más capaz filósofo;
y sin la filosofía, es imposible
vivir y lograr la verdadera piedad o religión.
¡Ahora!, si quieres saber como
crea Dios y como alcanzan el “ser” las cosas creadas, puedes saciar tu ansia siguiendo hasta
el fin del libro decimoséptimo, con una comparación muy hermosa: “….. semejante a
un labrador que esparce sus semillas y planta sus árboles,
del mismo modo que Dios siembra en el cielo la inmortalidad, sobre la tierra el
movimiento, en todo: la vida y el movimiento”.
Los
principios, que no son muy numerosos, sino que son siete y fáciles de contar (lo trate anteriormente en el "El
Kybalion"), junto con Dios mismo, y la naturaleza creada, todos ellos,
constituyen la totalidad de lo que existe. Con esto persigo tan sólo despertar la curiosidad para ojear de nuevo mi blog “Gabrielando” o adquirir “El Divino Poimandres de Hermes
en XVII libros”, de la colección hermética de la Editorial
Humanitas, ¡que nadie se asuste! tiene únicamente 176 páginas.
Si bien
algún autor con su original
presunción y concepto de los Doce
Salvadores, sitúa a Hermes como el sexto Mesías y le asigna la era de los 1800 a. C., voy a continuación a reconocer a continuación, otro H-R-M, su nombre: HIRAM, no menos admirado que el anterior, fue, es y será, maestro de verdades divinas, el arquitecto del templo de
Salomón, el constructor de la
fraternidad universal. Muy poco se conoce de ambos, no poseemos datos
fidedignos, ni datos históricos determinantes, pero su
sabiduría ha sido transmitida y
perdurable fielmente hasta nuestros días gracias a sus maestros,
compañeros y aprendices, guardianes de la denominada
Verdadera Luz.
De los
tres personajes que con el nombre de HIRAM
son evocados en la Biblia, el que los masones consideran “Maestro
de los Maestros” era un hombre de Tiro, que Hiram (rey de Tiro) envía por afecto a Salomón, un artista en quién habitaba el espíritu de sabiduría; hijo de una mujer de Neftalí y de un trabajador de latón llamado Ur (fuego) de nombre
HIRAM (que significa vida eterna) y
llamado por deferencia Abif, que quiere decir “padre mío”. Maestro masón experto en el trabajo de la fundición; así como esculpir toda clase de figuras y sacar
toda clase de diseño que se le propusiere, y
estar con los hombres y peritos. Poseía un saber y una generosidad
extremas, como bien recoge las Sagradas Escrituras.
Hiram es para los francmasones la representación
del Gran Maestro,
del cual celebran su muerte y resurrección, al igual que lo es Cristo para los cristianos. Emblema del
Sol, el cual aparentemente muere y resucita en cada ciclo, y representa la
lucha constante y universal entre el bien y el mal, entre las pasiones y la ley
divina. Hiram es el héroe, el iniciado que por
aceptar su sacrificio accede al estado de liberación, desde el que podrá obrar para la causa supra
individual a la cual se ha consagrado.
Este mito
iniciático relaciona en cierta forma
la masonería con los sistemas iniciáticos de Fenicia, Judea y Egipto, y calculando el tiempo en
que el Sol entraba en los signos que representan los asesinos en los meses de
otoño, estudiosos astrónomos sitúan la leyenda en torno al 1500
a.C., coincidiendo efectivamente con la época que le asigna la Biblia
al rey Salomón.
No tengo
suficiente luz todavía para divulgar la palabra de HIRAM y tal vez tampoco sea este blog
el lugar para hacerlo. Reflexionaré sobre ello para tratar con
mayor profundidad el tema en un futuro, a través de la huella que dejaron en
la masonería, en la que muchos símbolos rituales ha dedicado el tercer grado para rememorar
sus enseñanzas. Por ello, a un Maestro
masón cuando se le interroga sobre
su identidad, responde: “mi nombre es Acacia”.
Tan solo
acabaré lo que creo, pienso, o sé, sin siquiera haber empezado: con un deseo y una
esperanza. El deseo que HERMES nos
considere lo suficiente "pío y religioso" para comprender su palabra, en el tiempo prescrito, en lugar adecuado,
como recojo del principio; la esperanza de ser capaz con la "fuerza,
belleza y sabiduría" requerida, para que HIRAM comparta fraternalmente la palabra con todos
los que así también lo deseen y lo merezcan. Con la debida perseverancia, y
ya que el instruido en los misterios herméticos, es un hombre regenerado
que no vive sólo para sí, sino para todo el género humano, tendremos en próxima ocasión, el comenzar como ahora
acabo: “La acacia me es conocida”, que significa: “he estado en la tumba, he triunfado en ella levantándome de los muertos y, estando regenerado, he ganado la
inmortalidad”.
En tu entrada hay dos frases que podrían explicar el interés sobre Hermes e Hiram y que implican una búsqueda más allá de lo que se ve:
ResponderEliminar"el conocimiento de los poderes divinos y su conexión con el hombre y la fuerza divina que lo inspira"
"Como crea Dios y como alcanzan el “ser” las cosas creadas"
Y todo impregnado en un halo de misterio y de leyenda.
¡Me ha encantado!
Cuidado con el encantamiento porque te conduce a la muerte, pero puedes ganar con empeño la inmortalidad de la fraternidad. Y de que sirve eso después de la muerte, me dijo uno; más no le respondí al muerto. Me acabo de tomar un "mojito" en la playa chica y me ha sentado bien. ¡Menos que tu comentario!
ResponderEliminar-Oh Padre,¿Qué debe hacer entonces un hijo para llevar bien su vida, viendo que no hay aquí nada verdadero?
ResponderEliminar-Se pío y religioso, Oh Hijo, en tu invernadero.
-Muy bueno oh Padre, en mi templo seguiré tus movimientos con mi pensamiento.
Nan