Una conversación con un amigo cubano me incita a la
reflexión cuando me recomendó un libro del genetista Francis S. Collins que
lideró durante una década el Proyecto del Genoma Humano, en cuyas páginas, basándose en su trayectoria personal y
profesional, da una visión del que somos, reconciliando la rigurosidad de la
ciencia con la creencia de un Dios transcendente o la fe como elección
enteramente racional con principios complementarios a los de la ciencia. No es
nuevo el tema para mi, ya en mi post dedicado a Stephen Hawking con motivo
del homenaje que la
Universidad de Cambridge le ofreció por sus setenta años, traté la cuestión. Recuerdo
que inicié el asunto y me abrió la
puerta para interesarme por lo investigado por Peter Higgs, y ahora, Francis S.
Collins y Max Heindel.
Collins reivindica la coexistencia dentro de una misma
persona, dos perspectivas, la espiritual y la científica, cada una con su
propio lenguaje y su propio dominio de exploración, y ambas fuente de profundas
revelaciones. Analiza en su texto revelador ¿Cómo habla Dios?, algunos de los
principales argumentos que se han planteado en contra de la existencia de Dios
y teorías más o menos polémicas, como las del creacionismo, el Diseño
Inteligente o la evolución darwinista a la luz de los saltos
revolucionarios que se han producido en el campo de la ciencia en su época, ya sea
en lo referente al origen del universo o
de la tierra, como en los misterios que encierra la molécula del ADN y la
codificación del genoma humano.
El científico concluye con lo que el llama “BioLogos”, una
teoría que integra armónicamente ciencia y fe, en la que acepta plenamente el proceso de evolución y
selección natural, pero también la unicidad del ser humano, cuya
naturaleza esta ligada a fenómenos como la existencia de una ley moral o la
permanente búsqueda de Dios. El ADN es el lenguaje de Dios. El conocimiento de la
ley moral, mediante la que tratamos de regirnos todos, no está en el ADN.
Evidentemente, Dios está fuera de él y, por tanto, la ciencia no dispone de los
instrumentos o mecanismos necesarios para llegar a conocerlo.
De Hawking recordaré que logró el descubrimiento de formas
de combinar la cosmología, basada en la teoría de la relatividad de Einstein,
con la mecánica cuántica que rige el mundo subatómico; es mucho más provocador,
incluso a juicio de muchos raya la impertinencia, cuando para comprender el
porqué del Universo y de nuestra existencia considera que la respuesta es la
Teoría de Cuerdas, toda una familia de teorías diferente, cada una de las
cuales es una buena descripción de las observaciones solo en cierto rango de
las situaciones físicas; predice que se crearon una gran cantidad de universos
de la nada, que son bastante diferentes al nuestro e improbable que existan
criaturas como nosotros. Esto nos hace único, aunque raquíticos e
insignificantes en la escala del cosmos, sin embargo nos convierte, en cierto
sentido, en señores de la creación.
Quiero
compartir con Hawking mi emoción y entusiasmo por esta búsqueda, y como él
dijo, intentemos encontrarle un sentido a
lo que vemos y preguntémonos por aquello que hace que exista el universo. El
hecho de que nosotros, los humanos, que también somos meros conjuntos de
partículas fundamentales de la naturaleza, hayamos sido capaces de acercarnos
tanto a la comprensión de las leyes que nos gobiernan a nosotros mismos y
nuestro Universo es un gran triunfo. Los avances más recientes en la cosmología
se han logrado a partir del espacio, donde hay visiones ininterrumpidas de
nuestro inmenso y hermoso Universo.
Sigue
habiendo esperanzas de que veamos la primera prueba de la Teoría de Cuerdas en
el LHC, el acelerador de partículas situado en Ginebra. El 4 de
julio de 2012 se presentaron en el CERN los resultados preliminares de los
análisis conjuntos de los datos tomados por el LHC en 2011 y 2012. Los dos
principales experimentos del acelerador anunciaron la observación de una nueva
partícula «compatible con el bosón de Higgs». El estudio de las propiedades de
la nueva partícula, para confirmar si se trata efectivamente del bosón u otra
posibilidad, necesita aún más tiempo y datos.
El bosón
de Higgs es una partícula elemental propuesta en el Modelo estándar de física de partículas. La
existencia del bosón de Higgs y el campo de Higgs asociado sería el más simple
de varios métodos que intentan explicar el por qué algunas partículas
elementales tienen masa. Esta teoría sugiere que un campo invisible impregna
todo el espacio; este campo tiene un valor distinto de cero en todas partes,
incluso en su estado de menor energía, y, por tanto, otras partículas
elementales adquieren masa cuando interactúan con él.
Debido a su
posible papel en la producción de una propiedad fundamental de las partículas
elementales y, sobre todo, al libro La partícula divina: si el universo es la respuesta, ¿cuál es la
pregunta? de León
Lederman, el bosón de Higgs ha sido denominado como la partícula de Dios
en la cultura popular, aunque prácticamente todos los científicos lo consideran
una exageración.
Partiendo de lo anterior, asumo la existencia de todos los
universos, y progresando en la idea la complico un poquito más introduciendo la
división de estos universos en siete mundos o estados de materia diferentes, el
mundo de Dios, el mundo de los Espíritus Virginales, el mundo del Espíritu
Divino, el mundo del Espíritu de Vida, el mundo del Pensamiento, el mundo del
Deseo y el mundo Físico, según la
doctrina rosacruz de Max Heindel.
Es curioso, una persona se apodera con avidez de cualquier
nuevo esfuerzo filosófico o científico tratando de ver en que proporción
sostiene sus propias ideas, la adopta entusiastamente y se adhiere a ella con
el más irrazonable partidismo; si no lo despreciaría y se lo tomaría como un
insulto personal. En mi caso, Heindel gozó de un crédito especial por la persona que me recomendó la
lectura de su libro “Concepto Rosacruz
del Cosmos” y por un hecho sentimental que me une a él fraternalmente, haber
nacido un 23 de julio, aunque Heindel nació 86 años antes que yo. ¿Es una razón tonta,
ya lo sé!, ¿pero quién de ustedes nació el primer día de LEO? xD.
Cuando recapacito sobre una nueva teoría científica o
filosófica trato de olvidar toda enseñanza anterior, conservando un estado de
calma y digna expectativa. No admito a priori que cambie del blanco al negro o
viceversa, pero cultivo una actitud
mental que me permita admitir todas las
cosas como posibles. Esa hermosa actitud de confianza que es conocida como “fe
infantil”, en la que no hay ni sombra ni duda. Allí conserva el niño las
instrucciones o enseñanzas que recibe hasta que comprueba su certeza o
falsedad.
Este post científico-religioso me ayuda a comprender un poco
más el misterio de la vida y del ser, la “Ciencia
de Dios”, acercándome al conocimiento oculto por métodos que integran lo
espiritual y lo científico, intento equilibrar el conocimiento con el
sentimiento y la razón con el corazón, más no logro satisfacer al intelecto, ni
siquiera, confortar los más profundos sentimientos de mi conciencia o de mi
memoria. ¡Seguiré Gabrielando! Te lo dice un amigo, sentado con miedo a correr.
Empecé por René y terminé con Silvio, gracias a los dos cubanos y a la ayuda de MT.
ResponderEliminarMe pierdo un poco en estos temas científicos, me siento pequeñito e incapaz de afrontarlos, pero coincido con tus dos ultimos párrafos finales. Sobre el el último eslabón han sido múltiples las respuestas dadas, pero en el fondo todas quedan abiertas al misterio, pues no siempre la razón es lo único razonable. En esa línea permanezco abierto....
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