lunes, 23 de julio de 2012

Y te vengo a buscar

En estos tiempos de mayor conciencia, preocupado, no tan sólo de la crisis económica, sino también de afrontar una nueva etapa en la vida, cuando todos los periódicos coinciden en que la solución está en Europa, vengo al corazón cultural del renacimiento de ella; cuando cada día todo lo disfrutas como un regalo de Dios y quedas aún más satisfecho que la jornada anterior, mi crónica de hoy, aducido por Perseo ofreciendo la cabeza de Medusa (la crisis), esgrimirá un rayo de esperanza y un argumento existencial para aquellos que habiendo pasado un estado crítico no pierden la fe, siempre necesaria para alcanzar cotas superiores de bienestar.
Son las nueve de la mañana, aprovecho la wifi del hotel convento, mientras espero a Gabi para desayunar juntos en la misma mesa que hace dos años lo hiciera con la madre estando de regreso en un viaje de trabajo a la Feria de Milán. Recuerdo aquella anécdota de la explosión del volcán en Islandia que suspendió todos los vuelos aéreos debido a la humareda de cenizas; el retraso les impedía volar a Gran Canaria, como fuera su deseo, para asistir al nacimiento de su hija Alejandra, llegó justísimo pariendo Ana; grabé en vídeo su desesperada entrada en la clínica con la lengua fuera, como si hubiese venido corriendo desde el aeropuerto, y detrás de él, la angustiada abuela que se quedó sin poderla ayudar como hizo con el primer nieto.
La primera noticia hoy es que una empresa italiana (Ferrari) y un piloto español (Alonso) ganan el premio de Alemania, aunque nuestra prima de riesgo siga gravísima, nos dan una intensa alegría. No es un lunes más que te despiertas para ir a trabajar, este año no, y los que queden espero tampoco, voy  donde me da la gana y pueda, acompañado por quién considere no tener otros compromisos o responsabilidades mayores, ando el camino de Pisa a Florencia para soplar con fuerza mis velas de cumpleaños, que alzará al viento de La Toscana mi primogénito en la plaza de la Señoría, junto a las estatuas de la Loggia dei Lanzi.
Continuará .....
…. Continúo, un 23 de julio intenso, de Siena a Bolonia pasando por Florencia, presenta un precioso paisaje de colinas, cubierto de bosques y cultivos de vides y olivos, 150 kilómetros con la música de Giacomo Puccini, la estrujamos hasta hartarnos del cd que compramos en el Museo-Villa de Torre del  lago Puccini, la casa donde vivió y compuso la gran parte de sus operas, entre ellas, la famosa Madama Butterfly, a la cual tuvimos la suerte de disponer asiento numerado anoche para disfrutar una representación dentro del programa de la 53ª edición del Festival de Puccini en un magnífico auditorio al aire libre junto al Lago Massaciùccoli. El incomparable marco del teatro, la calidad de los interpretes y la romántica música de Puccini, resultó un orgasmo de placer musical, pero no fue el único que tuvimos, el día anterior asistimos al concierto de Franco Battiato en Lucca, que era el objetivo principal o la excusa del viaje que habíamos planificado sin planes previos, a nuestra manera improvisada, al libre albedrío del destino. Se cumplieron todas nuestras insaciables expectativas culturales, y las sobrepasamos culinariamente. Un Battiato entregado a su público, sereno, íntimo, seguro, austero, y a la vez socialmente reivindicativo, desbordó todas las emociones cuando al cerrar el espectáculo cantó mi canción predilecta: "Y te vengo a buscar", rompiendo como un niño (como un viejo) en un incontenible llanto sentimental que aún perdura en mi mente transmitiéndome los gratos momentos vividos al son de su letra y música messobattiata (no lo busquen en el diccionario, es mía la expresión).



No hay dos sin tres, los fantásticos acontecimientos nos arroyan, nada es por casualidad, más ir con Gabi es ilusionismo puro en estado real, todo puede pasar, aprovecha el estresante destino con placer, la suerte (el ángel de la guarda) le acompaña siempre y en el último segundo, mágicamente, se resuelve o disuelve el problema; solo tienes que tener un poco de paciencia y quererlo mucho para aguantarlo, y encima coño me dice que soy un “petrolero”, menos mal que no me senté encima cuando nació. Habíamos llegado al atardecer  a Siena, cogimos un hotel en las afueras, como siempre tenemos la suerte de tener plaza disponible y a buen precio, descansamos un poco, nos bañamos y de nuevo a la carga, ¡A tomar Siena! El color rubí y el característico perfume de las violetas son las señales específicas de la identidad de uno de los productos vinícolas más conocidos en el mundo: el vino de Chianti. Lo desgustamos en una bodega con una selección de tostadas bruschette, una tabla de embutidos (mortadella, salami, jamón) y quesos variados de La Toscana, que sería sin duda delicia del paladar más exigente. 
Era ya las nueve de la noche en Siena, cuando vimos un cartel anunciando un concierto en la Abadía de San Gasgano, nada más, ni nada menos, que "las cuatro estaciones" de Antonio Vivaldi. Pero teníamos un par de problemas, no tener dos entradas y 40 kilómetros de distancia al desconocido lugar. Ni lo uno ni lo otro nos desanimó, carretera y manta, con fe, ilusión no nos faltaba, Battiato, Puccini, para terminar con Vivaldi, sería un remate musical apoteósico. 


Llegamos con el concierto iniciado, la taquillera consulta al jefe nuestra solicitud, le da el permiso de admisión y nos deja pasar en una pausa musical, previo pago con descuento del 50 % del valor de la entrada en butaca preferente. No nos lo podíamos creer, allí sentados en una majestuosa nave en ruina, construida por Los Templarios en el siglo XIII, sin símbolos religiosos, desnuda, sin tejado, que fue desmontado en la segunda mundial para fabricar armas con el plomo de la cubierta y de las emplomadas vidrieras de los ventanales, nos permite ver una misteriosa luna creciendo en la apacible noche estrellada. En el altar-escenario, vestidos de rigurosa etiqueta, una completa orquesta de cuerdas, órgano y otros instrumentos de percusión; al frente de pie, un reconocido y joven violinista-director se afana en  acariciar su stradivarius sacándole las más sutiles notas musicales. Al final, aplaudimos a rabiar, le dimos las gracias a las acomodad oras que nos contaron la historia del lugar, compramos unos polos verdes como recuerdo del festival y por agradar a la simpática y atenta taquillera, para luego terminar cenando en una posada del antiguo monasterio que albergaba a los cruzados y peregrinos que acudían al lugar para ver la espada del monje incrustada en la saliente rocalla del pétreo suelo, la señal de los ángeles que simboliza la facilidad de abandonar la vida libertina por la monástica. Gabi que no sale de su asombro, me informa que los masones italianos celebraron en aquel mismo lugar el solsticio de verano, enseñándome la foto de la tenida e indicándome las misteriosas claves masónicas del templo, que descubrió en un blogspot a través de su iPad.
Cinco días que no olvidaremos, bueno, nos faltaron las pibas, la próxima vez veremos como solucionar eso de las responsabilidades empresariales y familiares. Por lo menos para enderezar algo en Pisa, ya que la torre sigue inclinada, los pechos esculturales y penes perfectos, pero al final polvo del lechoso mármol blanco de La Toscana. Los sonidos, olores y sabores de esta tierra eclipsaron nuestros sentidos mediante una experiencia única al descubrir, degustar y comprender que el ritmo de la vida en esta región permanece inalterable al paso del tiempo.
¡Mucho Leonardo de Vinci! Hasta su pueblo natal fuimos, no por él o sus inventos, sino por los manjares y el vino, a la torre del palacio no subimos para ver el espacio natural protegido de Montalbano, muchos pasos de escalera para verlo igual desde abajo y sin pagar. Leonardo, hijo ilegítimo de un notario llamado Ser Piero da Vinci y Caterina, su criada, fue registrado por su abuelo el 15 de abril de 1452 en la última hoja del protocolo notarial de su propio padre. Me llamó la atención una serie de modelos de maquinas reconstruidas siguiendo los dibujos de Leonardo que están expuestas en el Museo Leonardiano que se constituyó gracias a una donación de IBM, dan la razón de reconocerlo como uno de los genios universales y el científico más polifacético de la historia de la humanidad. Cara de Monna Lisa se me queda al observar sus estudios de geología y fósiles; reunió sus resultados en el código Leicester, ya conocido como código Hammer, hoy en día propiedad de Bill Gates.
Ahora, mientras escribo estas líneas sentado confortáblemente en un sillón de polipiel rojo del lujoso y clásico hall del Palace Hotel Bologna, situado en el mismo centro de la ciudad universitaria, vuelve a despedirse Battiato. Suena una melodiosa canción que nos desea un buen viaje a nuevos universos existenciales. Súbito, nos espera la familia en Lanzarote. !No tengo medida por la vida! Se ríe Gabriel Jr., satisfecho y complacido de pasar juntos y felizmente el cumpleaños del viejo, brindando con un espumoso Montalcino, soplando una vela en la tarta de chocolate, y deseando que se repitiera otra vez.



En el avión de RYANAIR, exprimidos (los últimos 50 euros para facturar el sobreprecio de  la maleta), cansados (de caminar, comer y beber) y en silencio (escuchando música), él pinta una acuarela, yo corrijo lo escrito, miramos las fotos y videos, sobrevolamos el árido Marrueco. El toque de trompeta suena, aterrizamos a la hora, sanos y salvos. Bueno pasamos algún apuro, nos equivocamos en la hora del vuelo y llegamos tarde, dejamos el coche de alquiler en un aparcamiento que no era, pasamos los controles de seguridad colándonos con permiso de los insumisos viajeros, facturar la maleta que no pasa el control, y nosotros tranquilos, no utilizamos la prioridad para embarcar porque fuimos los últimos, ¡pero amigo!, teníamos plaza reservada en la primera fila, sin nadie en medio, los primeros para desembarcar, y sin necesidad de esperar la guagua pisamos nuestra tierra canaria, como si fuera Colón arribando en las Américas, triunfantes y satisfechos.
¡Que bonito! ¡Al carajo, los sueños!

3 comentarios:

  1. Un relato del viaje a la Toscana, que penetra por TODOS los sentidos.
    A saber: me lleno de Música. Escucho las notas tantas veces estudiadas, y esta vez las comparto contigo y Gaby. ¡ bendita experiencia! El vino se cuela en mi boca. Se me hace agua. Noto su aroma. Hablo contigo y Gaby a traves del corazón. Mascando la vida, a la vez que los manjares. Siento la piel tibia del encuentro entre padre hijo.
    Y la verdad, solo una palabra, sale de mi alma : Que el Angel de la Guarda te siga acompañando. Y un deseo, no pierdas nunca las ganas de contarmelo. Así lo siento.

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  2. Que maravilla de relato. No me dejas de sorprender. Trato cada día de aprender un poco más de ti, y por supuesto de mama, pero no lo logro todavía, lo intento cada día con poco resultado. Espero que en nada pueda disfrutar de una aventura similar que echo mucho en falta. La ruta catara nos espera y la búsqueda comienza para mi acompañado de los mejores maestros y guías. Te quiero.

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  3. Enlazaremos nuestras manos formando una cadena de unión para sentir fraternalmente nuestro mayor tesoro, nuestro santo grial.

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