lunes, 16 de abril de 2012

Aliento

Siempre queda un aliento en la contemplación para sin soportar la carga global del trabajo y evitar malos momentos rebajando el peso de las penalidades, aconsejar a los que escuchan al viento sobre las inclemencias del tiempo. Más no teman por mí, la meditación mantiene a raya el rencor, sin embargo lo importante es conservar la alegría del "jubilado" que no puede pensar en el retorno, como el "muerto" pensar en la venganza.




No es una sentencia de Trotsky, aunque pueda parecer "un llamamiento a los esforzados, oprimidos y exhaustos pueblos de Europa para luchar contra los que convierten la sangre del pueblo en oro para sus amos", aún no me falten ganas para reclamar que el contenido y continente empresarial deben encontrarse mejor ensamblado y unido en estos momentos difíciles para afrontar las reformas necesarias y suficientes, incitando a los esforzados socios trabajadores, a los oprimidos proveedores y a los exhaustos clientes de la empresa.


¡No es el momento para decorar la empresa sino rehabilitarla! Un maravilloso cuadro directivo puede decorar la empresa pero además se necesita una alcayata de acero para aguantarlo y un taco de madera para fijarlo a la pared después de haberla enlucida y pintado de nuevo sus dueños.


Tan solo acabaré recordando con picardía, o tal vez ironía, lo dicho por San Agustín, "había sido un joven muy desdichado cuando te pedí la castidad diciendo, dame castidad y continencia pero no ahora". Al fin y al cabo, no escribo para adornar mi desiderata sino para amueblar mejor mi pensamiento.

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