jueves, 24 de enero de 2013

"De ratones y hombres"


Bien es cierto que un fin de semana en Zaragoza -o en cualquier sitio- cuando lo emprendes en solitario, no es  precisamente situación favorable, pero una vez superada la magua que produce la soledad y la pereza que provoca un día desapacible y frío, el hambre te levanta de la cama, cargadas las baterías del iPhone y del iPad, apagas el televisor de la habitación del hotel y arrancas la caña para pescar un rayo de sol en un nuboso día invernal al borde del Ebro. Ojo, no he dicho tómate una caña de cerveza y quédate ebrio, sin enterarte de nada, ni de nadie.


El chocolate con churros en la Chocolatería Valor, una tapa de setas o de champiñones con una copa de vino de Cariñera en "el tubo" -así llaman a la calle "4 de agosto"-, sería suficiente justificación para gozar de las bondades de Zaragoza, ya que las clásicas sabidas son patrimonio  de la humanidad. Mas éstas y las otras, no pueden ensombrecer el atractivo que tiene su amplia y variada agenda cultural, de ocio y entretenimiento.
En esta ocasión he tenido la oportunidad y la suerte de coincidir en mi estancia en el Sitio de Zaragoza con la programación de una obra  en el Teatro Principal, plenamente valiosa y vigente para comprender la situación actual. Se trata "De ratones y hombres", del escritor californiano, John Steinbeck. Me supongo que dicho así, muchos como yo de pronto lo desconocerán, pero por el díptico publicitario me entero que fue galardonado con el Premio Pulitzer en 1940 y recibió el Premio Nobel de Literatura en 1962, pero lo que no olvidará nunca mi generación, y las próximas, es aquella publicación "Al este del Edén", que  sería llevada al cine por Elia Kazan, en una película que protagonizaría el malogrado James Dean. 

 
"De ratones y hombres" es una historia estremecedora con un final terrible. Narra la vida y sueños de dos trabajadores del campo de California durante la Gran Depresión - George Milton, un hombre inteligente pero sin formación, y Lennie Small, un hombre de gran estatura y fuerza pero limitadas habilidades mentales - están en camino hacia otra parte. Esperan cumplir algún día su sueño compartido de tener sus propias tierras. La parte del sueño de Lenny es simplemente cuidar (y tocar) conejos suaves en la granja. Este sueño es una de las historias favoritas de Lennie, que George le cuenta constantemente. Están huyendo de su anterior empleo, donde huyeron de la ciudad después de que la afición de Lennie por abrazar cosas suaves fuera acusado de intento de violación cuando tocó el vestido de una joven. Pronto queda claro que los dos son muy amigos y George es el protector de Lennie. El tema de la amistad es constante en la historia.


Una historia sobre hombres y mujeres que se mueven en el vacilante límite entre la dignidad del ser humano y la animalización, como bien dice el director Miguel del Arco en la sinopsis de la obra. Entre la razón y el instinto. Entre los que luchan para salir adelante y los conformistas. Entre los que sueñan y los que, simplemente, duermen. Es una lucha extenuante que a veces no queremos afrontar o queremos ignorar. Pero si lo haces, si te paras y miras a tu alrededor verás que la lucha está interiormente iluminada por la grandeza de corazón y la grandeza de espíritu, por la dignidad, por el coraje, por la compasión, por el amor...
¡Duele, pero ilumina!
No desvelaré más la obra para dejarles la curiosidad y despertar el interés por conocerla. Tan solo por dar una pincelada wikipedia de la personalidad de Steinbeck les contaré que a lo largo de su vida uso el símbolo de Pigasus (de pig=cerdo, de pegaso, animal alado), un cerdo atado a la tierra aspirando a volar. Su éxito no estuvo exento de polémica y controversias por su crítica al capitalismo y el apoyo a la política de F. Roosevelt al defender su plan de mejoras sociales, lo cual le valió el rechazo del sector tradicionalista más conservador.
Después de las dos horas que dura el espectáculo, sin moverme de la silla y casi sin respirar para no molestar o por la tensión de la obra, necesitaba toser a gusto; por la antigua casa Fortea, encaminé la calle del Temple; paso por delante de la casa donde vivió el libertador de Cuba, José Martí; leo la frase esculpida en el mármol, sin saña; me asomo al Ebro buscando el agua que necesita un isleño, miré y gritó mi mente:
¡Coño, fuerte crecida! ¡Este río se va ha desbordar!
Salí volando (como buen canario), espantado de tanta agua bajando por aquella gigantesca acequia.
¡Y uno sediento y muerto de miedo! ¡Que injusto es este mundo sin Martí!


P.D.:
El espectáculo ha sido producido por Concha Bustos con la colaboración del Teatro Cuyás, cuenta con un magnífico reparto y un excelente equipo artístico y técnico.

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