Los gozos y
las sombras de hoy sólo fueron deseos ayer, y serán nostálgicos recuerdos
mañana. Es, al fin y al cabo, el círculo vicioso de una vida satisfecha y
completa, mutantes recuerdos que son transformadas en la mente de un viejo... ¡Un
cuento de miedo!
Cuando era
niño me intrigaba cómo sería en la vejez, ahora que soy mayor me preocupa
sobradamente lo que puedan tener los niños mañana. Antes me levantaba muy
temprano y veía el amanecer. Ahora duermo menos y me resulta muy bello el atardecer.
Después de todo, para qué mirar atrás en el atardecer, si no puedo contemplar
el anterior amanecer; me iré a la cama pronto, y soñaré que mañana es posible
volverlo a ver. Voy a madrugar como si fuera la última vez, es la única forma
de no retroceder, me daría vergüenza darme la vuelta y encontrarme frente a
frente con aquel niño que soñaba con construir un mundo fantástico.
¿Alguna vez
te has parado a pensar cuántas cosas poseéis sólo por haber nacido? ¿Te has
preguntado que hubiese sido de ti de no haber nacido aquí? ¿Heredamos cuando
nacemos o cuando alguien muere? Y la pregunta clave para mi en este momento
¿Qué necesito para vivir? Voy a reflexionar un poco a mi manera de lo que
necesito para subsistir dignamente, sin cargarme de cosas inútiles: ¡Lo único
necesario!
El sistema
se está suicidando y lo malo es que es
imposible frenar a los muertos. La codicia
es tanta, que queremos comprar el mundo, aunque antes tengamos que
arruinarlo. Esta claro que existen necesidades vitales para mantenerse vivo, y
mucho se ha hablado de los principios que generan la vida, destacan
fundamentalmente las miles de teorías sobre el agua, el aire, el fuego, la
tierra, el sol, etc...., pero no es está la ocasión para ello, son necesidades
menores; deseo pensar en lo único necesario, no para salir del laberinto del
mundo sino desatándome de mí mismo, sin ataduras.
Está
universalmente reconocido, aunque no se respete mucho la proclama, que todos
los seres humanos, sin distinción alguna
de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra
índole, nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de
razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
En base a
esta declaración constitucional (republicana), la pregunta es simple: ¿Qué volvería a no hacer?
Volver
cansado del trabajo sin fuerzas para jugar con los niños.
Volver la
espalda a los mayores para desanimarles en su futuro.
Volver la
vista para no ver el sufrimiento de los que pasan penalidades.
Volver a
oler el peligro sin advertir lo malo que pueda suceder.
Volver a
soñar despierto con lo que jamás debiera poseer.
Volver a
gastar más de lo que tenía.
Volver a
consumir cosas que a la larga hacen daño.
Volver a
vivir de recuerdos sin experimentar nuevas vivencias.
Volver a
dejar para mañana lo que hoy debiera hacer.
Volver a
perder el tiempo sabiendo lo poco que me falta.
Volver a
sentir miedo de amar a destajo.
Y volver,
volver, volver, a no estar a tu lado otra vez, habiendo ya contado diez. Jajaja
Negar la
negación no es siempre tan perjudicial, matemáticamente, menos por menos es
siempre más, y místicamente, cuando sólo
posees a Dios no deseas nada más. Al no estar a esa altura espiritual, entre ser y no
ser, en conclusión, elige siempre como un ser humano, como seguramente dijo
alguien y también apunto yo. Y por favor, no olvides que el amor es un generador alternativo que da mucha energía, limpia y
gratis.

Mejor acabo
aquí para repasarlo y que Dios me conceda la gracia de poder profundizar en el
tesoro que encierra, ¡Lo veo tan complicado,... Tal vez me da miedo la
simpleza! ¿O no? Lo que no tengo es remedio, puesto que el conocimiento de segunda mano
no es conocimiento sino sólo una creencia.