lunes, 22 de abril de 2013

Recetas de mi barrio.

Tengo varias ideas distintas y no sé cómo cocinarlas al mismo tiempo. He dicho bien, ideas no carne de cañón, materia prima para alimentar la mente, pensamientos que han sido pescados en la playa, y que tienen como objetivo prioritario aportar nuevas luces al debate intelectual, cultural y social en un mundo evolutivo y cambiante.


El "salpicón de ideas" es un plato elaborado a base de trozos de ideas y pensamientos, condimentados con reflexiones, opiniones y sugerencias, para servirlo frío en pequeñas tapitas. O el "puchero canario de las siete ideas", metiendo en la cazuela de barro cocido en la "atalaya" de este blog, toda clase de ideas del tiempo para que se cuezan a fuego lento. Quizás mejor prefieras una simple "ensalada de ideas" de la buena "sofía", donde pensamientos frescos se sirven con mucha aceite (prudencia) y un poco de sal (ingenio) y vinagre (valentía o atrevimiento) en un balde hojalata.
El menú incluye además de esta entrada, un primer plato que es una ración abundante hecha con la sabiduría casera y popular, esas que se sancochan desde hace mucho tiempo con paciencia, asentando las picadas ideas sin prisas para que recojan todos los matices, sabores y alicientes de los diversos, diferentes y anhelados productos de la naturaleza humana y celestial. Este plato fuerte debe ser acompañado de un gran reserva del Monte Lentiscal que le de la sutileza y el solido cuerpo conseguido a través de los años que requiere el tan celebrado ritual de comer y beber divinamente.
El segundo plato será sorprendente, algo más innovador, fusionando ideas y creando nuevas sensaciones y gustos multiculturales o cosmopolitas. Ideas jóvenes que madurarán en la mente, fermentándolas con levaduras espirituales que le darán chispa a la comida virtual.


El éxito y la plena satisfacción de lo aprendido lo podemos contemplar con la belleza de un postre que se come sólo por los ojos, nuevas miradas y sorbetes al gusto, ideas con nata, pensamientos polvoreados, se huelen reflexiones bañadas en olorosos licores, que serán  fruto  de manjares deliciosos y  se toca un poderoso protector de la mente para hacer frente correctamente la digestión de tanta inteligencia, pero no entra como otras cosas por la boca, vamos, como si fuera una sofisticada cocina francesa.
Llego la hora de pagar, pero no se asusten el precio será justo, ajustado a la cantidad y calidad de lo consumido. El completo y variado menú  de las preciosas recetas de mi barrio aportará las calorías (fuerza), proteínas (sabiduría), y vitaminas y todas esas sustancias necesarias para masajear los chacras (belleza) a todo el mundo. Un recetario equilibrado, justo y perfecto.
El adn del barrio tiene el germen de la curiosidad y no debemos hartarnos para no caer en gula, aunque la vida es breve para probar todo lo contenido en ella, no debemos descuidarnos con la comida que nos ponen delante para conformarnos en la grasa de la obesidad, y ojo que no se te pudra dentro y escupe sistemáticamente y con regularidad lo que te sobre, ya que muchas veces la cosa de las recetas va más de quitar ansias que de componer los desesperos y desperdicios.
No seamos dogmáticos, a todos no le sientan bien las mismas ideas, la naturaleza humana tiene para todo el mundo, no dejemos que los fanáticos se adueñen de la verdad, que los manipuladores oculten la ciencia culinaria de la vida y de la muerte inteligente.
La receta de mi barrio no deja de tener un cierto parecido a una tabla de mandamientos, el cumplirlos dependerá del libre albedrío que disponemos los seres humanos, los placeres que nos da la sabiduría exige que las experimentemos, pero tampoco creas que son la panacea para conseguir la salud y la felicidad. Que difícil es no caer en la ignorancia cuando todo cae en la humanidad por no sembrar alimentos para el alma y el espíritu.


¿Por qué en estos tiempos no recurrimos más a la economía de pedir y a  la generosidad de dar?
Después de la publicación en los principales medios de comunicación del país y muchos del extranjero, la iniciativa que puso en marcha la Asociación de Vecinos de la Playa Chica del trueque solidario de libros por alimentos, o lo que es lo mismo, cultura sin hambre, esta ha sido imitada en muchos lugares por entidades sin ánimo de lucro y por empresas socialmente responsables. La recogida de tapones para ayudar a una familia, como la de  ropa que tenemos en desuso y  de gofio canario para enviarlo al continente africano; vender cuadros pintados por gente solidaria a bajo coste para mantener un piso para atender a mayores sin recursos económicos y tantas otras iniciativas generosas y caritativas, son buenos ejemplos y prácticas de recetas solidarias de una vecindad con fuertes convicciones sociales, de seres humanos llenos de amor y compasión, y vecinos que se unen fraternalmente con las personas que sufren dificultades para poder desarrollar una vida sana, digna e integral.


Un completo recetario de menús tradicionales y de vanguardia, carnívoros, vegetarianos o espirituales, permite una diversidad de pensamientos que atiende a todas las necesidades del ser humano, nos produce placer y nos llena de satisfacciones superiores.
¡Mi madre, que calor me ha dado la panza de burro! Gracias a que tenemos la Playa Chica, y además la más grande y hermosa del mundo, nuestra playa de Las Canteras, cerrada por la "barra" de pan artesano de matalauva con chorizo de Teror y adornado por la misteriosa "peña del pastel", oculta en la marea alta, donde saboreaba el membrillo de la cumbre mojándolo todo con espuma de sal  de las claras y transparentes aguas macaronésicas del todopoderoso, afortunado y amado Atlántico.
Si encuentras unas recetas parecidas es por pura casualidad, no las tengo comprobadas todas, por lo que te ruego la máxima higiene, te laves las manos antes y después de comerlas, y como en el caso se trata de alimentos de otro mundo, limpia bien la mente para aceptarlas, no te vaya hacer daño. Y es que hay recetas fantásticas para todo el universo y variadas en sus gustos ¡No les digo nada la que probé ayer y gozo hoy! La convivencia y  amistad de mis vecinos del barrio de Santa Catalina, en el mismo istmo de la maravillosa ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.




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